Costa Rica y su vicepresidenta afrodescendiente
Epsy Campbell asumió la vicepresidencia de Costa Rica a inicios de mayo, en un momento en el que, todos los presidentes y vicepresidentes de América Latina son hombres. Por otro lado, en cuanto al aspecto étnico, no existe en este momento –a excepción de la vicepresidenta – ni un solo presidente o vicepresidente afrodescendiente.
Revisemos los antecedentes de la región en cuanto a perspectiva de género: en los últimos 40 años hemos tenido 10 presidentas mujeres: Argentina en dos oportunidades, y en una oportunidad Bolivia, Chile, Brasil, Guyana, Nicaragua, Ecuador, Panamá y Costa Rica.El año 2014 marcó un hito en la región, pues se tuvo por primera vez cuatro mujeres presidentas simultáneamente: Michelle Bachelet de Chile, Cristina Kirchner de Argentina, Dilma Rousseff de Brasil y Laura Chinchilla de Costa Rica. Es importante hacer notar que en todos los casos se trató de mujeres no indígenas. Cuatro años más tarde, hoy en 2018, con la transición de Bachelet a Piñera en Chile, el panorama presidencial pasó a ser, de nuevo, exclusivamente masculino.
Desde la perspectiva indígena y afrodescendiente, el cuadro no es muy distinto e incluso es menos representativo en comparación con el registro histórico de mujeres presidentas.
Para la región, la asunción de Epsy como, vicepresidenta de Costa Ricav tiene dos implicaciones, una simbólica y otra pragmática. En lo simbólico, es altamente relevante pues permite visualizar y potenciar más la reivindicación de la cultura e identidad afrodescendiente en América Latina, reivindicación que, en cierto sentido, es más invisible que la indígena al menos en el terreno de la incidencia política. Contar con una mujer afrodescendiente vicepresidenta en la región centroamericana es ciertamente relevante, en una subregión en la que la población afro alcanza al 30 por ciento en Belice, casi el 10 por ciento en Panamá y el 7,8 por ciento en Costa Rica, de acuerdo con datos de censos de población y encuestas de hogares.
En lo práctico, la relevancia también es incuestionable. La fórmula política de Campbell venció en la segunda vuelta a Fabricio Alvarado, un pastor evangélico que durante la campaña ganó adeptos y votantes con un discurso homofóbico, cultivando el miedo y el radicalismo religioso, bajo una ideología de alto riesgo para la agenda de derechos humanos de Costa Rica. Con el triunfo del Partido de Acción Ciudadana (PAC) de Epsy Campbell, se puso un alto a esa amenaza de llevar a Costa Rica a un periodo medieval en materia de derechos humanos, pero además, se abre una etapa en la que las poblaciones afrodescendientes y por supuesto, también indígenas, tendrán una figura a la cual acudir en la defensa de sus derechos colectivos. Ciertamente, todo ello es muy positivo, no sólo para Costa Rica, sino también para los países vecinos, por el efecto multiplicador que este proceso podría tener en una región que está en este momento dominada por presidencias de hombres no indígenas.
Las expectativas son muy altas, tanto así que incluso ONU Mujeres ha manifestado que la asunción de Campbell hará historia para la paridad democrática en América Latina. Sin duda, es también el deseo de toda persona que aboga por una América Latina más equitativa, justa e incluyente.
BERNARDO PONCE ASIN
Comunicador Social
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