Niños y televisión
Antes la televisión creaba familia. Recuerdo que cuando era niña, los tres integrantes de mi hogar, mi mamá, mi hermano y yo, nos sentábamos para ver La familia Ingalls, El Chavo del Ocho, El Chapulín Colorado, La mujer biónica, El hombre nuclear, novelas como El caballero de Rauzán (que causaban escalofríos), El Bien Amado y tantas otras que forman parte de mi niñez y la de muchos de mi generación.
Me recuerdo imitando a la Chilindrina en actitudes y comportamientos, con la chompa doblada en la espalda, o interpretando con los amigos del barrio los mejores episodios de las series favoritas. Todos queríamos ser el héroe o el que tuvo el mayor protagonismo en la última emisión.
No tengo ninguna duda de que distinguíamos la realidad de la fantasía. No sé si por criterio sólido y una posición personal frente a las cosas, o porque simplemente, esas realidades retratadas en Tv estaban lejos de nuestro mundo.
A propósito de la entrevista de Soy Luna que acompaña a esta edición, es inevitable no percatarme de la emoción que generasu llegada entre nuestros adolescentes. Las niñas no sólo comentan el giro de la historia en activas conversaciones vía WhatsApp, sino que muchas han incursionado en el patinaje motivadas por las aficiones de la protagonista y sus amigos.Afortunadamente, se identifican con los valores positivos de la historia como la amistad, el compañerismo y la sana competencia.
Consulté con una psicóloga amiga sobre estos temas y me explicó que el fenómeno de la televisión hoy día es más influyente que antes. Que el impacto es mayor porque la televisión es niñera de nuestros hijos, y algunos programas, más que otros, tienen tales niveles de audiencia que las cifras nos espantarían de conocerlas. Y quedé preocupada por esta afirmación. Y es que la televisión hoy tiene fuertes dosis de hedonismo y violencia, de amores imposibles, de personajes buenos y malos, intrigas, venganzas, infidelidades y más.¿El mundo se habrá vuelto más violento? Hago zapping en los cientos de canales disponibles en el cable y me topo con series y mini series que tratan algunos temas con demasiada crudeza, otros denuncian situaciones particulares de la sociedad que antes ni conocíamos y ciertamente estamos decantando en una sociedad más permisiva, pero no por ello más tolerante.
Qué importante que en cada hogar, las familias se den modos de establecer horarios y escoger películas aptas para su gente como lo hacíamos antes sin darnos cuenta.Que la visión simplista del libre albedrío no decante en distorsiones de los valores para los niños.
Sigue siendo necesaria una buena orientación y los espacios para hablar en familia sobre la televisión y para verla juntos.
Me decía la psicóloga, que el área más afectada es siempre la conciencia. Entonces, que la conciencia esté dirigida a los buenos hábitos, los valores positivos y el desarrollo cultural o intelectual. Que los niños no piensen que en la vida real existen los bandos delos buenos y los malos, sino que existen personas de carne y hueso con acciones y comportamientos muy complejos, y que la televisión... se cuestiona.
PAULA MUÑOZ ENCINAS
Editora OH!