¿Ecocidas? No, matricidas
Hace ocho años y cuatro meses Bolivia hacía noticia mundial con la realización de la Cumbre Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. Si bien ya había algunos matices en relación a futuras polémicas internas, sorprendían gratamente diversas posturas ecologistas. Luego, el propio presidente Evo Morales ratificó aquellas ideas en diversos foros internacionales.
Es más, aún en este 2018, nuestro presidente suele volver a lanzar esos principios. “Si queremos salvar a la humanidad (…) ojalá podamos plantear a las Naciones Unidas el derecho a la Madre Tierra”, dijo el Mandatario en abril de este año durante un foro sobre los pueblos indígenas realizado en el seno de la ONU en Nueva York.
Luego añadió: “Quisiera pedir mediante la hermana presidenta del Foro y a todos los delegados y delegadas, asumamos una responsabilidad como un movimiento social ante Naciones Unidas para garantizar el derecho a la Madre Tierra. Si no garantizamos el derecho a la Madre Tierra, no podemos garantizar el derecho a la vida (…) Si no garantizamos el derecho a la Madre Tierra, imposible garantizar la vida de las futuras generaciones”.
Sin embargo, en casa hay notables y crecientes problemas ambientales que hacen disonantes los mensajes del Primer Mandatario. En este número de OH! presentamos el angustiante y sostenido drama que desde hace algo más de tres años afecta nada menos que al denominado “guardián de la Madre Tierra”, el jaguar. Formidable especie reguladora de los ecosistemas, si resulta extinguida de su hábitat, se desatará una catástrofe ecológica.
Sin embargo, todo parece conspirar contra el gran felino: las instituciones llamadas a protegerlo han sido progresivamente debilitadas y los operadores de justicia no han condenado a ningún traficante en medio de ya 16 procesos. Y no hay mayores mensajes de las principales autoridades de Gobierno para frenar el desastre.
Los biólogos especialistas calculan que entre 850 y 1.900 ejemplares ya han sido asesinados para una población de entre 2.000 y 3.000. Ya en 2009 era considerada “Especie Vulnerable”, categoría previa a “Especie en peligro de extinción”.
Es uno más de los graves casos que castigan a diversas zonas del país, especialmente en sus áreas protegidas. Suman ahí desde el lago Titicaca y diversos ríos, donde están siendo afectadas singulares especies, hasta extensas zonas boscosas donde se deforesta sin control. Y en ello cargan culpas las autoridades de todos los niveles estatales y también buena parte de los grupos sociales, especialmente los de naturaleza corporativa. Varios de esos casos ya lo mostramos en reportajes anteriores.
Las definiciones formales califican el hecho como un ecocidio, pero dada la valoración que se hizo en la cumbre de 2010, lo que estamos permitiendo los bolivianos bien nos puede calzar el apelativo de “matricidas”. Ojalá todos reaccionemos a tiempo y evitemos la desaparición del gran y bello guardián de la Pachamama
Editora OH!