Fabrice Lehoucq: Latinoamérica, Corea del Norte y el mundo paralelo de Trump
Fabrice Lehoucq es un destacado politólogo estadounidense. Este fin de año estuvo nuevamente de visita en Bolivia. El investigador del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Carolina del Norte conversó con OH! sobre el primer año de la gestión de Donald Trump y sus implicaciones en el mundo.
¿Qué destaca de la gestión de Trump? ¿Cómo la evalúa?
Diría que hay bastante de malo. Sin embargo, para hacer un balance de este fenómeno tan curioso podemos ir a las encuestas. Éstas indican que tiene un 40 por ciento de apoyo popular. Para ese mundo del 40 por ciento, Trump ha hecho todo de maravilla. Creo que algunos de ellos dirían que hasta está salvando a Estados Unidos. Y algo que nos preocupa mucho al resto de los ciudadanos, sean demócratas o republicanos, es que Trump y sus partidarios viven en un mundo que es inmune a los hechos. Viven en un mundo paralelo.
Incluso una de sus voceras, Kellyanne Conway, en una entrevista, inventó una frase: “Hechos alternativos”. Ésa es la mayor particularidad de este gobierno.
Ahora, ¿qué de malo ha hecho? Hay dos o tres cosas que son claves: una, que Trump y su gente están descuartizando partes del Estado Federal. Andan, por ejemplo, descuartizando el Departamento de Estado, pese a su larga trayectoria y tradición. Trump puso como responsable de esta dependencia a Rex Tillerson quien viene del sector privado, de la petrolera Exxon.
Está haciendo lo mismo con el sector que protege el medioambiente. Ellos siguen con la estupidez de negar el cambio climático. Trump nombró a un fiscal de un pequeño estado, Oklahoma, Scott Pruitt, como jefe de la Agencia de Protección del Ambiente. Él obedece lo que quiere el sector más reaccionario de la energía en los Estados Unidos. Eso debe preocupar a todo el mundo, porque lo que pasa en Estados Unidos afecta, para bien o para mal, a todo el mundo. Son sólo dos ejemplos.
Bajo esos cambios internos, ¿cómo Trump está llevando la política exterior de EEUU? ¿Hay algún cambio de prioridades en relación a Latinoamérica?
Ahora Latinoamérica no es de mucho interés para Estados Unidos, y me parece una buena noticia. El eje ahora para EEUU son Asia, Oriente Medio y Europa. Probablemente, Trump ni sabe dónde se halla Bolivia y piensa que es una ciudad de Colombia.
Pero hubo una amenaza de Trump al gobierno de Nicolás Maduro.
Amenazar así es algo inapropiado, y además fue condenado en la región. Pero la administración Trump retrocedió porque justamente no le importan tanto ni Centro ni Sudamérica. Pienso que sí debería presionar para que se revierta el autoritarismo que vemos en Venezuela, pero amenazar no es apropiado.
¿Y el caso de Cuba, que suele ser parte del debate político en Estados Unidos?
La gente de Trump dijo que quiere revertir los acuerdos que hizo Obama, pero no se han dado grandes pasos en ese sentido. El actual Presidente de Estados Unidos maneja muy bien la retórica política. Él le dio apoyo retórico al sector del partido Republicano que representa a los cubanos del exilio y sus descendientes, quienes quieren mano dura hacia el gobierno cubano. Sin embargo, paralelamente hay en EEUU agricultores, hoteleros y varios otros sectores que quieren abrir Cuba. Entonces, la parte del hombre de negocios de Trump va a llevar la batuta en lo que a Cuba se refiere. Los ataques son más retóricos y pasarán.
Al pensar en Latinoamérica, quien posiblemente se vea más afectado será México. Trump insiste en la construcción del muro y la revisión de los tratados de libre comercio, aunque, dadas las consecuencias, para muchos empresarios, sigue negociando. De todas maneras, siempre es una la retórica de Trump y otra la realidad.
Vayamos a las prioridades en las relaciones internacionales, ¿cómo encara este Gobierno su relación con la imparable China?
El gran reto para Estados Unidos, en política exterior, es cómo acomodarse frente a una China que dentro de un tiempo tendrá una economía más grande y una población muchísimo mayor. Ése es el reto de los próximos 20 a 30 años. En ese marco, parte de lo que caracteriza la política de Trump es eso de “primero los Estados Unidos” y, segundo, el repliegue de las fronteras y dejar el país más fuerte.
Se ven, además, señales de que el presidente chino, quien al parecer es una persona que sabe hacer política, busca llenar ese vacío que deja Trump. Sin embargo, es todavía el inicio del fenómeno. Por lo tanto, las relaciones entre ambos están bien.
Y me parece que los chinos entienden bien a Trump. Él es un narcisista. Y cuando visitó China el año pasado, los chinos hicieron exactamente lo que debían haber hecho: alfombra roja, muchas celebraciones, pero no ceder nada en los puntos centrales de las relaciones entre ambos países, especialmente en lo comercial.
Es una relación que por ahora va bien, pero se teme que a la larga será peligrosa para Estados Unidos.
Pero hay un elemento de tensión actual con lo que hace Norcorea, ahí en puertas de China. ¿Eso los acerca o distancia?
Es un punto de importancia para Estados Unidos y una de las razones por las que su relación con China se mantiene bien. Hay suficiente gente alrededor de Trump que entiende que Estados Unidos necesita de China y que China necesita de Estados Unidos para tratar con Corea del Norte.
Pienso que Trump volverá a usar la retórica, pero se dará cuenta que Estados Unidos, junto con China, Corea del Sur y con Japón, tiene muy poco campo de maniobra para tratar con Corea del Norte. La preocupación central es si Trump hace algo contra Pyongyang y éste responde con dureza. Eso preocupa, pero no tanto. Ello porque los norcoreanos saben que son los pequeños del lío y si usan sus armas nucleares, serán destruidos, por mucho daño que hagan, ellos desaparecerían, mientras que Estados Unidos seguiría existiendo. La lógica es así de brutal.
Las malas lenguas dicen que los rusos entendieron mejor que nadie a Trump
Ése resulta un fenómeno bien extraño. Rusia y Estados Unidos son rivales. Trump viene de un partido que siempre dijo ser la mejor garantía contra la amenaza comunista rusa, primero, y contra Rusia a secas, luego. Sin embargo, Donald Trump coquetea con Vladimir Putin.
Hay muchas incógnitas. Por ejemplo, hay un fiscal especial, Robert Mueller, quien investiga el papel que jugaron los rusos durante la campaña electoral. Ya hay trapos sucios suficientes para confirmar que la campaña de Trump tuvo relación con los rusos y con el Gobierno de Rusia.
Si éste hubiese sido un presidente demócrata, los republicanos hubiesen hecho un motín. E impresionantemente, hoy uno puede ver a los congresales republicanos portándose, en este caso, como la bancada del MAS respecto a Evo.
Se han doblegado y andan obstaculizando una investigación que busca saber si hubo relaciones entre la campaña de Trump y el enemigo número uno de los EEUU. La incógnita es qué impacto tendrá esto. Porque el fiscal es una persona muy respetada, inteligente y de gran reputación. Sólo ha empezado su labor y ya ha convencido a tres altos funcionarios de Trump para que cooperen con él, a cambio de condenas menores. Básicamente han confesado su culpabilidad y el primer director de la campaña de Trump está ahora indultado por haber recibido millones de dólares de intereses provenientes de Ucrania y Rusia sin incluirlos en su declaración de impuestos.
Si Trump se benefició con la presidencia gracias al apoyo de los rusos, ¿qué obtuvieron los rusos?
Pienso que Putin midió muy bien a Trump e incluso por eso sabe guardarle distancia. Pero al apoyarlo sabe que divide a Estados Unidos, y tener al principal enemigo dividido es una gran ventaja. Lo dijo Obama en su último discurso muy claramente: “Algunos republicanos no se dan cuenta que somos del mismo equipo”.
¿Cómo pesarán las políticas de Trump en Oriente Medio?
Oriente Medio no es un problema, son muchos problemas. Uno de los más preocupantes constituye la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán. Si Estados Unidos no sabe manejarse bien frente a esa relación, se desatará una carrera armamentística en la zona. Lo que parece es que los republicanos quieren apoyar a Arabia y atacar a Irán.
No queda claro si sólo ha sido retórica republicana, y que en realidad no va a cambiar la política hacia Irán. Ello porque lo que hizo Obama fue bajar las tensiones con Irán y luego ver cómo promover un acercamiento con Arabia Saudita.
La lógica debía mover a Estados Unidos a recordar que Irán es un país pequeño como para mantener una mala relación con ellos. La incapacidad de tener mejores relaciones en ese caso o como con Cuba siempre me ha parecido muy extraña.
¿Cuál es el mundo con el que sueñan Donald Trump y los suyos?
A veces se busca darle a las políticas de Trump más coherencia de la que existe, pero está claro que es un republicano moderno; es decir, que promueve los intereses de los ricos del país.
Por ejemplo, la Reforma Fiscal que hizo benefició al uno por ciento de la población, la más rica de los Estados Unidos y ligada a los bienes inmobiliarios. Donald Trump es el tipo de capitalista en cuyo mundo lo único que importa es ganar y que otros pierdan.
Tienen una visión muy cortoplacista de las cosas. Cuando buscamos ver qué quiere en su política exterior, no va más allá del eslogan: “Haremos a Estados Unidos grande otra vez”.
Donald Trump repite muchas de las falsas ideas que tienen los estadounidenses con respecto a lo que es Estados Unidos en el mundo. Y esa idea autocomplaciente y grandilocuente hace que se pierda ubicación en relación a grandes problemas, como los que hemos conversado en esta charla.
Perfil
FABRICE LEHOUCQ
Se recibió como cientista político en la Universidad de Pittsburg en 1984 y obtuvo el título de Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Duke en 1996.
Es docente en la Universidad de Carolina del Norte, especializado en el estudio de los procesos democráticos en América Latina. Destacan sus trabajos sobre Centro América y Costa Rica.
Ha escrito cuatro libros y es coautor de otro, tiene una nueva obra en preparación.
También es articulista en diversas publicaciones especializadas, como Review of political science, The Journal of Environment & Development y Cambridge University Press.
Ha sido investigador en varias otras universidades de los EEUU y en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) de México. Está casado con la economista tarijeña Aida Vaca Guzmán.