Espasmo del sollozo, más allá del susto
Por: Sandra Cassab y Claudia Eid
Un llanto intenso que lleva hacia la interrupción de la respiración del bebé e incluso hacia un desmayo, puede ser uno de los episodios más desesperantes y aterradores para los padres. Se trata del Espasmo del Sollozo, popularmente conocido como “el tucu”, que es la apnea o falta de respiración transitoria ocasionada en lactantes mayores, por lo general, como consecuencia a un estímulo nocivo, explica el doctor Manuel Monroy Delgadillo, pediatra de la Clínica los Olivos y del Centro Pediátrico Albina Patiño.
“Éste o múltiples episodios pueden durar segundos y extraordinariamente más de un minuto, condiciona una respiración fallida espontánea, acompañada a veces de reflejo vagal con disminución de la frecuencia cardíaca y extraordinariamente con cianosis (coloración azulada de las mucosas), en presencia de un niño con estado de conciencia conservado, es decir despierto”, dice el especialista.
El espasmo del sollozo se presenta con mayor frecuencia en los primeros dos años de vida y con mayor repetición entre los 18-24 meses de edad, pudiéndose extraordinariamente prolongar, en niños mayores o manifestarse temprano en lactantes menores de 6 meses, dice Monroy. La frecuencia es diversamente descrita en la literatura pero se cree que dos niños de cada diez, en algún momento podrían manifestar algún episodio.
CAUSAS Y SÍNTOMAS
Existe diversidad de teorías para explicar el Espasmo del Sollozo, pero aún no hay ninguna debidamente probaba. La más aceptada, dice Monroy, es que los lactantes y niños pequeños tienen una inmadurez del sistema nervioso central. Está visto que el cerebro del niño se desarrolla tanto en tamaño como en su potencial en los primeros dos años de vida, casi en un 80 % de la capacidad del adulto.
“El sistema nervioso central tiene dos componentes macro funcionales, uno que llamamos Simpático que cumple funciones automáticas más relacionadas con la estimulación de las funciones vitales del organismo. El otro es el sistema parasimpático que tiene mayoritariamente un efecto contrario de tipo inhibitorio de las funciones vitales del cuerpo como es la función respiratoria y cardiovascular. En los lactantes el sistema parasimpático predomina sobre el simpático durante esta temprana edad en condiciones de estrés”, comenta el especialista.
Se considera que en inicio, los primeros eventos del espasmo de sollozo son consecuencia de algún estímulo doloroso al pequeño, esto condiciona que el sistema nervioso parasimpático actué y ocasione involuntariamente un periodo de falta de respiración y tendencia al enlentecimiento de la frecuencia cardíaca (bradicardia). Este evento dura segundos, por lo general, ya que el organismo reconoce algunos cambios en la composición de gases de la sangre y manda un estímulo simpático enérgico, retomando las funciones respiratorias y cardiovasculares en forma normal.
“Posteriormente, en este proceso que inicialmente es involuntario, puede que el menor aprenda a reproducir estos episodios ya en forma voluntaria ante la negativa de los padres a acceder a algo que quiere o al ser regañado, causando gran estrés en la familia y por consiguiente la ganancia de conseguir lo que desea”, afirma Monroy.
CONSECUENCIAS
Manuel Monroy explica que el espasmo del sollozo es un diagnóstico clínico y la familia es la fuente directa de información que guiará al mismo. Estos episodios aislados por lo general no condicionan algún tipo de daño neurológico a futuro, que haya sido probado a la fecha. Sin embargo, en pocas ocasiones podría manifestarse un episodio prolongado con cianosis y disminución de distribución de oxigeno a los tejidos. Pero, a pesar de esta disminución, no se ha encontrado evidencia que pueda condicionar un daño posterior neurológico.
SÍNTOMAS
Es importante recalcar que el espasmo del sollozo se manifiesta en niños consientes o despiertos. En caso de presentar los siguientes síntomas: episodios que se desarrollan en el sueño, existe pérdida de conciencia, se encuentra desconectado con el medio, no hace contacto visual con los progenitores, presenta movimientos musculares o de extremidades anormales, o el episodio es muy prolongado, entonces se debe sospechar de alguna otra patología y debe ser evaluada inmediatamente por un médico.
Algunas patologías que pueden manifestar síntomas parecidos son convulsiones, infecciones del sistema nerviosos central, intoxicaciones con medicamentos o plantas, hemorragias intra craneales, traumatismo encéfalo craneano no evidenciado por testigos, problemas metabólicos. Ya el equipo médico realizará los estudios que sean necesarios de acuerdo a la clínica de cada paciente en particular.
¿QUÉ HACER ANTE UN EPISODIO?
El pediatra Manuel Monroy explica que lo más importante ante este tipo de episodios es prepararse mentalmente ante la posibilidad de que puede suceder, además informarse si es posible. Tratar de mantener la calma lo más que se pueda.
“Debemos recostar al menor y si estuviera con algún objeto o comida en la boca ponerlo lateralmente, no intentar sacar nada de la boca”, dice el especialista.
En países como Chile, se está usando hierro en bebés para prevenir el espasmo del sollozo; han comprobado que si no desparecen del todo los episodios, éstos disminuyen significativamente. Las dosis de hierro para cada paciente, deben ser recetadas por un pediatra.