Las universidades también se adaptan a las tendencias futuras
Un contexto global como el que vivimos, que requiere perfiles profesionales cada vez más especializados, con habilidades digitales e interpersonales y que sepan trabajar en equipo, ha provocado que las universidades, así como los institutos y escuelas de educación superior del mundo, incluyan en su catálogo grados y másteres cada vez más segmentados en un sinfín de temáticas que van desde los clásicos, como Medicina, Psicología y Economía, a los que incorporan elementos tan dispares como el Big Data, el IoT y toda la artillería que rodea a la progresiva digitalización de servicios y procesos, la sostenibilidad y gestión de recursos naturales, la cooperación y gestión de crisis humanitarias, etc., tendencias recién incorporadas y que han dado lugar a un amplio abanico de titulaciones.
Adaptar su oferta a las demandas y tendencias del mercado no ha sido el único reto que están encarando los centros de profesionalización en los últimos años, sino también el buscar formar a estudiantes emprendedores y competentes en el mercado laboral a partir de la emergencia de nuevos métodos y modalidades de aprendizaje, que están rompiendo con la enseñanza tradicional (del modelo de transmisión de conocimientos unidireccional, basado en clases magistrales y contenidos más teóricos que prácticos) y –en algunos casos– obsoleta, señala un artículo del portal La Vanguardia.
En esta línea, han surgido, por ejemplo, las universidades disruptivas, que buscan el acercamiento de los estudiantes a una visión lo más realista posible del mercado actual y de lo que se encontrarán al acabar sus estudios.
Para formar estudiantes competentes en el mercado laboral, la educación disruptiva se basa principalmente en el aprendizaje personalizado. Es por eso que el estudiante se sitúa en el centro de su método educativo como constructor de su propio aprendizaje y su propia experiencia para lograr, tras un proceso, ser capaz de desenvolverse hábilmente en el entorno real.
El papel del maestro da un giro. Ya no es quien transmite conocimiento, deja en manos del estudiante su memorización y luego lo avalúa en un examen. Ahora se convierte en asesor o coach de los estudiantes. Se dedica a cuestionarlos, ponerlos a prueba y orientarlos con el objetivo final de que se conviertan en emprendedores.
Nuevos métodos
Los métodos usados en las universidades disruptivas empiezan por la reducción drástica de la cantidad de asignaturas teóricas, siguiendo la premisa de que el futuro ya no se encuentra exclusivamente en la adquisición y memorización de conceptos. De manera que se da paso a un mayor número de horas en educación práctica y funcional donde los estudiantes generan nuevas experiencias y adquieren progresivamente niveles altos de competitividad, a través de trabajos individuales y grupales. Un ejemplo de actividad práctica es la realización de proyectos con empresas reales, que substituyen a los exámenes teóricos o a los tradicionales trabajos prácticos.
La educación disruptiva pasa también por la introducción de los últimos avances e innovaciones tecnológicas en el proceso de aprendizaje, así como la potenciación de sus nuevos usos en el campo comunicativo. En este contexto, cobran importancia las denominadas ciencias de lo artificial: la computación, la realidad virtual, la ciencia de los datos o el Internet de las cosas.
El resultado es efectivo. Los estudiantes salen al mundo real siendo capaces de enfrentarse y desarrollarse de forma hábil en él. Sin embargo, hay un punto débil: el gran esfuerzo que supone para las universidades. Es darle la vuelta y reformular gran parte de su sistema educativo, incluyendo los materiales usados en clase, las infraestructuras del centro e, incluso, miembros del equipo docente, puntualiza la publicación.
ELEGIR UNA UNIVERSIDAD
Primero esta la elección de la carrera a estudiar
A veces, los estudios se eligen en función de determinada universidad. Pero a veces esto no ocurre y el estudiante sólo sabe que quiere estudiar. En este caso, luego de abordar esta elección debe seleccionar un centro en el que formarse para el área elegida.
Analizar las condiciones y opciones que ofrece
Luego de verificar que posea el estudio que deseamos realizar, analizar las condiciones mismas de la universidad: si se trata de un centro público o privado, la calidad y métodos de su enseñanza, la ubicación de sus campus, su posición en los rankings, etc. Además evaluar el centro de acuerdo a sus necesidades y preferencias.