Trasplante fecal, según un estudio, tiene un 50% de efectividad contra la diabetes
La flora intestinal, más allá de ayudar a regular nuestras digestiones, juega un papel fundamental en la prevención –o desarrollo– de muchas enfermedades, caso de la diabetes tipo 2.
Tal es así que podría plantearse que la introducción en el intestino de las necesarias bacterias ausentes –lo que se logra con los consabidos, aun nauseabundos, trasplantes de materia fecal– podría ser muy útil para tratar, si no la diabetes, la resistencia a la insulina, esto es, la incapacidad por los órganos y tejidos para utilizar correctamente la insulina y que, a la larga, deriva en la diabetes tipo 2.
Para ello, sólo habría que tomar el "material" de un donante sano y trasplantarlo en un receptor con resistencia a la insulina. Pero ¿realmente funciona? Pues sí, tal y como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos). Al menos durante cierto tiempo.
El problema es que la tasa de éxito es de sólo un 50 por ciento. Sin embargo, parece que es muy fácil elevar, y mucho, este porcentaje. Y para ello sólo hay que analizar la composición del microbioma intestinal del receptor para ajustar el "material" del trasplante a sus necesidades.
Como explica Max Nieuwdorp, director de esta investigación publicada en la revista "Cell Metabolism", "en nuestro trabajo hemos demostrado que ya es posible clasificar a la población en función de sus muestras fecales, lo que a su vez nos permitirá clasificar con una mayor sensibilidad a las enfermedades".
Beneficio temporal
En el estudio, 38 pacientes obesos con síndrome metabólico –esto es, el trastorno en el que se aúnan distintos factores de riesgo que, como la hipercolesterolemia, el exceso de azúcar en sangre o la hipertensión arterial, se asocian a las enfermedades relacionadas con la obesidad, muy especialmente la diabetes tipo 2– recibieron material fecal de 11 donantes delgados con el objetivo de mejorar su sensibilidad a la insulina.
Transcurridas seis semanas desde la intervención, los autores tomaron muestras de sangre y de heces a todos los participantes, observando que en la mitad de los casos se había producido un descenso de la resistencia a la insulina. Un beneficio que derivó del cambio en la composición de la flora intestinal de los receptores consecuente con el trasplante. Sin embargo, el efecto, aun muy positivo, fue únicamente temporal: transcurridos tres meses adicionales, el microbioma intestinal de todos los receptores volvió a su estado original. Sea como fuere, el estudio fue considerado un éxito. Como indica Max Nieuwdorp, "este 50-50 de respondedores y no respondedores nos sorprendió. Pensamos que la cifra de pacientes respondedores al trasplante iba a ser menor".
Sin embargo, el éxito es sólo relativo: el tratamiento no indujo ningún efecto, ni positivo ni negativo, en el 50% de los participantes restantes.
Pero, ¿por qué en unos pacientes sí y en otros no? Pues para responder a la pregunta, los autores analizaron la composición de la flora intestinal de todos los participantes antes de someterse a la intervención. Y lo que vieron es que aquellos que no respondieron al tratamiento tenían una diversidad menor de especies bacterianas.