Contaminación, peligrosa para el cerebro del bebé
AFP y EFE
La contaminación atmosférica es peligrosa para el desarrollo cerebral de los bebés, un flagelo que azota en particular a Asia, indicó ayer un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El continente asiático totaliza 16 de los 17 millones de niños menores de un año que están expuestos a niveles críticos de contaminación, al menos seis veces superiores a los topes considerados salubres.
India encabeza la lista de país con la mayor cantidad de bebés expuestos a la contaminación, delante de China, según el informe “Peligro en el Aire” publicado ayer por Unicef.
La contaminación “impacta en el aprendizaje de los niños, su memoria, su capacidad lingüística y motriz”, dijo Nicholas Rees, autor del informe.
Los vínculos de la contaminación atmosférica con el asma, la bronquitis y otras enfermedades respiratorias son conocidos desde hace tiempo.
“Pero un corpus creciente de investigaciones científicas destaca un nuevo riesgo potencial planteado por la contaminación del aire para la vida y el futuro de los niños: el impacto en el cerebro en desarrollo”, afirma el informe de Unicef.
El informe señala las relaciones entre la contaminación y las funciones cerebrales “como la memoria y el CI (cociente intelectual) verbal y no verbal, los resultados de los exámenes” y otros problemas neurológicos.
Las partículas finas de la contaminación urbana pueden dañar la barrera hematoencefálica (BHE), la membrana que protege el cerebro de sustancias tóxicas, y acentuar los riesgos de enfermedades de Parkinson y Alzheimer entre los ancianos.
PETICIÓN A GOBIERNOS
Energías y transporte. Unicef exhorta a los Gobiernos a acentuar la lucha contra la contaminación, invertir en energías renovables, mejorar el acceso al transporte público, facilitar que los niños viajen a horas del día con menos polución en el aire y reforzar la protección, en particular a través de la utilización de mascarillas y sistemas de filtración del aire.
Niños en riesgo alto. Unos 17 millones de bebés viven en zonas donde la contaminación es seis veces superior a los límites considerados salubres.