La familia, eje contra los trastornos alimentarios
Es conveniente que la familia se reúna todos los días en algún momento del día para comer, ya que esta acción promueve la comunicación y también permite a los padres observar el comportamiento de sus hijos con respecto a la comida. La nutricionista Elva Gamboa explica que un trastorno alimentario como la bulimia, anorexia o compulsión por comer —entre los más frecuentes— se inicia con excusas para no comer nada o consumir pequeñas cantidades de alimentos o, por el contrario, excesivamente.
Señala que un adolescente o joven padece de algún trastorno alimentario cuando se observa constantemente en el espejo, está pendiente de su peso, interesado en controlar las calorías que consume cada día, ingiere compulsivamente suplementos o pasa mucho tiempo realizando ejercicio físico.
El psicólogo Santiago Valda indica que los adolescentes y jóvenes son más propensos a adquirir un trastorno alimentario en esta etapa, debido a que buscan crear su propia identidad y la imagen corporal juega un papel muy importante para sentirse satisfechos con ellos mismos. “Entonces, empiezan a realizar acciones que ponen en peligro su salud y su cuerpo”, dice.
El experto afirma que los pacientes no suelen ser capaces de reconocer su problema de delgadez u obesidad, dado que no son conscientes de su estado. Incluso tienden a alejarse de las personas cercanas porque consideran que quieren hacerles “engordar más” o “hacerles sentir mal” por su aspecto físico. “Creen que el problema de falsear la realidad lo tiene su entorno, no ellos”, acota.
Estos trastornos alimentarios pueden aparecer desde la pubertad o en la adolescencia y suele afectar en un mayor porcentaje a las chicas. Valda explica que se deben a problemas individuales (falta de autoestima, ausencia de identidad), familiares (problemas y constantes peleas o familias disfuncionales) y sociales (se exige más a que las mujeres sean delgadas y se preocupen mucho más por su aspecto personal que los varones y también la publicidad influye en brindar falsos estereotipos de belleza).
Una vez que los padres conocen que su hijo padece de trastorno alimentario deben recurrir a profesionales que cooperen con el tratamiento, la atención debe ser inmediata para que los resultados de recuperación sean más eficaces. En Cochabamba, está el Centro para trastornos alimentarios S.E. di Valda, ubicado en la Av. Demetrio Canelas Nª 300 esquina Atacama, y está compuesto por un equipo multidisciplinario —un psiquiatra, nutricionista y psicólogo—, quienes brindan un tratamiento completo.
El tratamiento sugerido consta de cuatro fases:
1. Nutricional
Se reeduca al paciente con respecto a su alimentación, intentando cambiar sus hábitos alimenticios y se le brinda un asesoramiento que cubra la falta de nutrientes y proteínas.
2. Habilidades sociales
Se trabaja mucho con la autoestima y aceptación de su propia imagen, logrando que adquiera mayor confianza para tratar de mejorar su relación con las personas que le rodean.
3. Relaciones familiares
Mediante las terapias, se pretende que el joven comprenda que su entorno no desea perjudicarle, sino ayudarle.
4. Concentración en su autonomía
Para los profesionales es ideal que los pacientes logren salir adelante y mediante todo el proceso de recuperación sean capaces de cuidarse a sí mismos.
Valda señala que para que una persona se sane completamente, debe pasar por un tratamiento de siete años.
En el tratamiento deben participar todos los miembros de la familia del paciente, ya que ellos son el principal apoyo, considerando que éstos pueden tener recaídas y deben empezar nuevamente.
OPINIONES
"La familia representa un papel importante en las conductas y actitudes relacionadas a la alimentación. Una buena educación dietética debe empezar desde la infancia". Elva Gamboa. Nutricionista
"Los trastornos alimentarios lo padecen más las mujeres. Los estudios indican que de 10 pacientes, nueve son mujeres y uno es varón. Son más propensos los adolescentes y jóvenes". Santiago Valda. Psicólogo