En la ruta del desbloqueo
El sonido de petardos en la madrugada era la señal de un día diferente en Cochabamba. Un cielo nublado y cientos de calles que de estar en silencio fueron poco a poco bloqueadas, daban inicio a la jornada de paro en rechazo al nuevo Código del Sistema Penal y también pidiendo el respeto a los resultados del 21F.
Desde el vallo alto hasta el valle bajo, norte, centro y sud de la ciudad, cientos de personas con diversas y peculiares formas de protesta tomaron los espacios públicos.
Mientras tanto, en la plaza, uniformados se organizaban para salir.
Comenzó en el puente Quillacollo, a su paso, la Policía avanzaba en la ruta a occidente con un contingente preparado para el operativo de desbloqueo. Se transportaban en motocicletas y vehículos formando una caravana.
En el camino, llantas, piedras, escombros de tierra, ramas, repuestos de motorizados, camiones de alto tonelaje, trufis, micros y vehículos particulares se instalaron a lo largo de la avenida Blanco Galindo.
En la avanzada, al ver llegar a la Policía, mucha gente puso resistencia y aprovechaban la presencia de la prensa para mostrar sus letreros y enfatizar su protesta. ¡Abrogación del Código Penal! Se escuchaba fuerte en algunos puntos, También la rechifla y los cuestionamientos a la acción de los uniformados no se dejó esperar; pero al final, la negociación y el diálogo se imponía para despejar la ruta, aunque no todos los del grupo de bloqueo estaban de acuerdo.
Una vez que la caravana de los policías pasaba, nuevamente la gente se instalaba en el sector, como si tuviera clara la convicción de permanecer ahí hasta el final de la jornada. “Yo me voy a quedar hasta la noche, no vamos a dejar pasar más, estamos decididos, pedimos la abrogación del Código Penal”, dijo un vecino que se encontraba en kilómetro 7 de la avenida Blanco Galindo.
Parecía una mañana amena con charla de vecinos y partidos de fulbito, la mayoría haciendo una resistencia pacífica, aunque no faltaron algunas personas que con más radicalidad se ensañaban en impedir cualquier traslado, lanzando incluso advertencias no solo a los policías sino a la prensa y a cualquier persona que ose pasar.
Cerca al mediodía el operativo continuaba con más o menos normalidad, pero una resistencia contundente a la altura del puente Huayculi desencadenó en la gasificación para obligar a los protestantes a deponer su protesta y abrir la ruta.
A medida que pasaba el tiempo, un radiante sol acompañaba el recorrido, el cansancio era evidente…Llegó la una y como el hambre no espera, una pausa en el retén de Suticollo, fue la mejor opción.
Las caseritas tenían una variedad de platos: albóndiga, picante, asado entre los preferidos, a solo 10 bolivianos y las infaltables sopitas a 5 bolivianos.
Policías y periodistas que acompañaban el recorrido se rindieron ante esta oferta culinaria.
Llegó la tarde, el calor era intenso.
Faltaba solo un punto, el más contundente: Parotani, a unos 45 kilómetros de Cochabamba, aproximadamente. Ahí los pobladores pusieron una pacífica resistencia con llantas y piedras, muy al fondo se veía una interminable fila de flotas y camiones varados.
Mujeres, niños pequeños, turistas y familias enteras estaban perjudicadas. “No me enteré del paro, en la flota también no nos dijeron nada al vendernos el pasaje, pensé que podríamos pasar. Desde las cinco estamos con mis pequeños”, dijo una madre que compraba refresco para sus niños mientras esperaba una solución.
La negoción logró que sin necesidad de la fuerza se levante el bloqueo, pero no sería tan fácil como en las anteriores ocasiones. Los pobladores pedían esperar hasta las 16:00, unas dos horas más en ese punto. La Policía cedió.
Al final se cumplió el compromiso, la gente empezó a mover las piedras y llantas y los pasajeros retornaron a los vehículos. El retorno sería lento, pero el camino ya estaba despejado.
A la vuelta no todos los bloqueos se habían levantado, muchos permanecían, pero la mayoría de la gente volvía a sus casas o a trabajar en el caso de los choferes, a reactivar su servicio público.
En la ruta del desbloqueo se vio y escuchó de todo y aunque los paros, bloqueos y marchas, son comunes en el país, esta vez nadie podría negar que fue una jornada diferente... contundente.
Casi 10 horas en 90 kilómetros de recorrido me dejan esta certeza.