En Arani dicen que significado del difunto le da valor a la t’antawawa
Arani, en el valle alto, conserva la esencia para recibir a las almas de los difuntos que, según la tradición, llegan este 1 de noviembre a mediodía para compartir en el mundo de los vivos el mast’aku o mesa, como se llama a la ofrenda de bienvenida.
La familia Rojas da forma a las t’antawawas preparadas para recibir a las almas. Alrededor de una mesa, seis personas amasan velozmente y cortan la masa en diversas formas. Todo este esfuerzo es parte de un ritual previo al encuentro con el alma de sus difuntos.
Las panaderías como la de la familia Rojas conservan las tradiciones de la fiesta de las almas y les asegura un buen recibimiento con t’antawawas creativas.
Las panaderías alistan mesas enteras de t’antawawas ha pedido por un precio desde 1.000 hasta 2.500 bolivianos.
“En tres días mínimamente se elaboran las t’antawawas. Primero se hacen las más grandes, luego las más pequeñas. Requiere mucha dedicación y esfuerzo”, comentó una de las panaderas, Jimena Rojas.
Lo que hace especial a cada t’antawawa es su significado. Rojas dice que aquellas con formas de animales, como las llamas, serpientes, caballos y zorros, ayudan al alma a llevar todo aquello que sus familiares le hayan preparado. Las escaleras también son importantes para “subir al Cielo” al momento de retornar.
Existen diversas formas de las t’antawawas que se ajustan a los deseos de las familias. Maritza Camacho, propietaria de la panadería Orellana, asegura que cada pedido de t’antawawas requiere tiempo para dar un buen acabado a cada detalle.
“La masa es especial porque se talla en ella y se ponen distintos detalles que demoran, por ejemplo, una cruz puede demorar hasta una hora en ser armada, otros 30 minutos la luna”, relató.
En tanto, la cocción que comúnmente se hace en Arani en hornos de barro dura hasta una hora y media. Las panaderías suelen usar el hollín que se desprende del horno de barro para dar color a la masa. “Hacemos reposar la masa por lo menos unos cuatro a cinco días para que la masita quede un poco dura, sino es muy delicada”, dijo Maritza.
La familia de Maritza lleva 36 años dedicada a la panificación, su especialidad son las t’antawawas y no sólo para Todos Santos, sino también para otras festividades como ser Santa Veracruz.
“Estas t’antawawas son milagrosas, mucha gente lleva incluso a las festividades y se les concede su deseo”, aseguró Camacho.
Las t’antawawas no pueden faltar en los hogares, cada familiar siente la obligación de elaborarlas. “Aquí mantenemos las costumbres de Todos Santos y cuando fallece una persona, de manera obligatorias nos toca preparar las t’antawawas, masitas y platos que le gustaba al difunto y esperar a que las almas nos acompañen”, contó.
Cada t’antawawa, además, representa un detalle del difunto. Existen algunas en forma de “luchadores”, en caso de que las almas regresen a la Tierra con ganas de “pelear”. Algunas están personificadas con las iniciales del difunto. Pero todas se preparan con dedicación.
FAMILIAS COMPITEN POR LA MEJOR MESA
En Arani, las costumbres de la festividad de Todos Santos se mantienen intactas. Entre ellas, el armado del mast’aku o mesa preparada para el difunto suele ser un motivo de competencia entre familias.
Esta competencia no está declarada formalmente ni se recibe algún premio, sin embargo, los dolientes tienen el hábito de visitar varios hogares para comentar sobre cuál se destacó por el armado de su mesa.
“Aquí en el valle alto, seguimos con la tradición, porque no se puede perder la costumbre. Incluso hay una especie de competencia por la mejor mesa y los dolientes van visitando las casas”, comentó Jimena Rojas.