Dan la bienvenida a las almas con altares gigantes e íconos del fútbol
Como manda la tradición, las familias recibieron ayer a las almas que, según las creencias, llegan al mundo de los vivos el 1 de noviembre al mediodía por ser Todos Santos, con el mast’aku o mesa con aquello que más le gustaba a la persona.
Muñecos de jugadores de fútbol y herramientas de trabajo fueron algunos de los elementos utilizados para caracterizar a la persona en vida.
La familia Borda Meruvia recibió el alma de Iván con una mesa adornada con telas de color celeste y blanco de su club favorito: Aurora. Además, colocaron un muñeco de un jugador de fútbol en la mesa.
Su familia recuerda con cariño la pasión que Iván Borda Meruvia sentía por su equipo y sus gustos por la comida. Por ello, a 11 meses de su fallecimiento, honraron su memoria con una ofrenda especial. Y aunque el dolor de la pérdida es inmenso, ayer fueron confortados por el cariño de sus amigos y familiares.
“Se enfermó de cáncer y viajábamos a Argentina para el tratamiento. Siempre que podía se traía algo y decía que era para su barra, para ir a alentar a su equipo”, recordó su madre, Isabel Meruvia.
En un recorrido por la zona oeste de la ciudad, se vieron mast’akus variados. La gente demostró su fe con historias de su presencia.
Irene Flores preparó una mesa para su esposo Gregorio Rojas y sus suegros. Contó cómo fue la llegada de su ser querido. “Nos hizo asustar cuando llegó. Se cayeron las fotos y ahora estamos toda la familia acompañando al alma de mi esposo que vino a visitarnos. Le hemos puesto lo que más le gustaba, acompañado de t’antawawas de sus papás en la mesa”, compartió.
A pocos pasos de esta vivienda se encontraba el mast’aku en honor de José Velasco. Su hijo, junto a su esposa, armó la mesa con los platos típicos que le gustaban a su familiar en vida.
Platos de phiri, lechón, sopa de maní, entre otros, se encontraban a disposición del alma. Asimismo, un muñeco trabajador de Elfec adornaba la mesa, pues José trabajaba en esa empresa.
“Mi papá nos dejó hace cuatro meses y ahora decidimos armar esta mesa con lo que a él más le gustaba. Además, representa un vínculo entre la sociedad y la familia doliente, porque nos congregamos con la gente del barrio para compartir un rezo con mi papá”, explicó el hijo de José, Cristian Velasco.
La creencia señala que, el primer año del fallecimiento, la mesa debe ser abundante y contener todos los elementos posibles para el gusto del alma, debido a que el vínculo con el mundo terrenal aún es bastante fuerte.
En los años siguientes, la mesa puede ser austera, pero aún así mucha gente decide disponer todo lo que pueda gustar al alma.
Tal es el caso de la familia de Alejandrina Marquina. Pasó más de un año desde su fallecimiento, pero la familia todavía prepara todos los platos posibles para su ser querido. El recuerdo de su vida y su amor de madre permanecen latentes en los corazones de sus hijos, que dispusieron la mesa con sopa de maní, caldo de pollo, entre otros, explicó uno de sus hijos, Abel Arnez.
MADRES ARMARON MESA EN ONCOLÓGICO
Las madres de los niños con cáncer armaron un mast’aku por tercer año consecutivo para las almas de los niños que no lograron vencer la batalla contra la enfermedad y perdieron la vida.
La iniciativa surgió cuando falleció Elías hace tres años. El adolescente prácticamente vivía en el oncológico, porque su familia desistió en la lucha luego de 10 años de recaídas.
El adolescente también trabajaba para sustentarse, pero, tras una de las recaídas, no logró superarse y falleció. A partir de ese momento, se armaron mesas para todos los niños, contó la organizadora y representante de los padres, Dalcy Serrano.
