Se necesita Bs 300 millones para salvar a cuatro lagunas urbanas
Las últimas cuatro lagunas urbanas que quedan en la región metropolitana necesitan cerca de 300 millones de bolivianos para la ejecución de proyectos de recuperación. Sin embargo, el presupuesto de dos municipios no supera los 7 millones. Mientras tanto, los embalses agonizan y se ven afectadas sus funciones ambientales.
Los problemas de contaminación del agua son similares en las cuatro lagunas: Cotapachi, Alalay, Quenamari y Coña Coña. Sin embargo, cada una tiene dificultades adicionales que no se controlan como los loteamientos e incendios.
Cotapachi
Es una de las lagunas en situación más crítica. Está ubicada junto al Calvario de la Virgen de Urkupiña en Quillacollo. El espacio de 42 hectáreas para el embalse se ha reducido a menos de la mitad. Alrededor hay canchas de fútbol y grandes cantidades de basura de la fiesta que se realiza en agosto.
La poca agua que queda está contaminada y cubierta de algas. La Secretaría de Medio Ambiente de Quillacollo informó que existe un plan de manejo. Además, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) presentaron recomendaciones para evitar su desaparición.
El ambientalista Rodrigo Meruvia señaló que perder una laguna así supone un alto riesgo para el equilibrio ambiental, pues significa la extinción de un ecosistema entero.
“No es sólo el agua, sino todo el ecosistema que tiene una función ecológica. En el caso de Cotapachi la pérdida ya es muy importante porque la restauración es cada vez más lenta y existen otro tipo de presiones como los asentamientos”, aseveró.
Quenamari
Otra laguna amenazada es Quenamari. Ubicada al sur de la ciudad en Albarrancho tiene una superficie de 286 hectáreas, pero una gran parte está seca y también las personas la rellenan. La principal amenaza son los loteamientos.
Quenamari es considerada la laguna menos estudiada y cuenta con un proyecto que está en la Alcaldía de Cochabamba y que demanda al menos 20 millones de bolivianos para su implementación.
En esta gestión no se gestionaron recursos. Tampoco se observa presencia institucional en el lugar. El cuerpo de agua recobró importancia hace unos meses cuando 37 flamencos llegaron al lugar.
Ambientalistas y otras personas se dieron cita para apreciar a los visitantes, pero la gente de la zona no permitía el ingreso hasta un punto cercano.
A esto se suma que semanas después se halló decenas de patos muertos en la orilla. La Gobernación hizo estudios, pero negó que se tratara de tantos animales, pese a que se contaron. También rechazó que fuera por contaminación del agua.
La ambientalista Natalia Vega reclamó en varias oportunidades que el municipio no aprobara ni promulgara la Ley de Protección para la Laguna de Quenamari.
El proyecto de protección elaborado por universidades y colegios de profesionales está postergado en la Alcaldía desde hace cuatro años.
Alalay
La consultora URS elaboró cinco proyectos a diseño final para su recuperación. Además de dos acciones adicionales.
Todo demanda una inversión de 200 millones de bolivianos, que deben ser cubiertos por las instituciones que componen el Crempla como la Alcaldía, la Gobernación, el Ministerio de Medio Ambiente y Semapa.
Este año se tiene 10 millones para dos de siete proyectos. Sin embargo, hasta ahora no se logró el permiso del Comité de Protección y Recuperación de la Laguna Alalay (Crempla) y se puede perder recursos.
Meruvia explicó que Alalay tiene la función de regular las crecidas del río Rocha y es la más importante por la gran cantidad de vida silvestre que existe en el lugar.
Coña Coña
La Alcaldía cuenta con un plan de tres fases que requiere 2 millones de bolivianos. Se debía ejecutar en 2017 cuando se construyó el polémico patinódromo. Sin embargo, a la fecha sólo se han asignado 500 mil bolivianos para trabajos menores como una limpieza.
La laguna de Coña Coña recibe el caudal que baja del Parque Tunari a través de varias torrenteras.
Funciones
Una de las principales funciones ambientales de estas lagunas es la humedad que generan. Además, permiten la recarga de acuíferos por infiltración, principalmente Coña Coña y Quenamari, precisó el especialista Meruvia.
“Es bastante grande el valor que tienen estas lagunas, pero están desapareciendo porque no se están tomando las medidas adecuadas para su preservación”, lamentó el biólogo.
A esto se suma que los patrones de precipitación ya no son los mismos, porque el ecosistema ya no tiene un equilibrio y no se puede garantizar su regeneración natural, agregó Rodrigo Meruvia.
Registran 40 especies de aves en 14 lagunas
Un conjunto de 14 lagunas del departamento representan un importante hábitat para 40 especies de aves. La que tiene mayor cantidad es Alalay con 27, según el último censo realizado por el Museo Nacional de Historia Natural, la Asociación Boliviana de Ornitología y Wetlands International.
Esta actividad de registro se retoma luego de 15 años. Lo que se busca es tener una mejor comprensión de las poblaciones de aves que llegan o no a los cuerpos de agua, explicó el ornitólogo Dennis Camacho.
Los registros se realizan en febrero y julio por ser el final de la época de lluvia y seca. “El censo nos va a dar una pauta de lo que realmente existe”, agregó el especialista.
Asimismo, observó que la intromisión del ser humano en los hábitats genera un impacto en las aves. El agua está demasiada contaminada en las lagunas donde se alimentan.
ANÁLISIS
Falta voluntad política para poner en marcha los proyectos - Eduardo galindo, especialista en Desarrollo Sustentable
Lo que está faltando para que se ponga en marcha los proyectos de las lagunas es voluntad política. En el caso de Alalay hay un proyecto a diseño final con siete subproyectos para atacar los dos problemas de fondo de este espejo de agua. Por otro lado, Coña Coña tiene un proyecto a diseño final que busca recuperar su capacidad ambiental.
Quenamari sólo tiene un plan de manejo que sigue parado en el Concejo Municipal. Sin embargo, es importantísimo proteger esta zona con funciones ambientales. Las ciudades están recibiendo cada vez más personas, entonces, debemos asegurar que los espacios como lagunas sean respetadas, cuidadas y protegidas para garantizar el equilibrio ambiental de la urbe. Además de ser un espacio de esparcimiento para las personas y brinda salud mental.