Dan cálidas bienvenidas a las almas con dulces y todo tipo de mast’akus
Las familias recibieron ayer a sus almas y les dijeron: ¡Bienvenidas! Y es que este Día de Todos Santos es diferente, porque para muchas es la primera vez que pueden honrar a sus seres queridos víctimas de la pandemia.
El mast’aku o mesa para el alma se armó de formas diversas. En regiones como Tarata, en el valle alto, las familias se esmeraron en mantener la tradición de recibir a sus seres queridos al mediodía con t’antawawa, chicha y todo lo que en vida les gustaba al ser que ya partió.
Por ejemplo, José Rojas Siles, un artesano que hace chuspas (bolsas) en Tarata y las vende en fiestas patronales como la Virgen de la Bella, en Arani, convirtió su humilde taller en un altar para sus nueve hermanos y su madre.
En el muro de adobe colocó las coronas y, sobre un pequeña mesa, apiló una variedad de frutas: tunas, paltas, plátanos, una sandía, una papaya, una piña, huevos, naranjas, urpus, sopa de fideo, quesillo y la infaltable chicha de maíz. A los pies del mast’aku puso un balde con flores de ilusión.
“Esta mesita es para mi familia, porque todos vienen a visitarnos. Éramos 10 hermanos y soy el único que sigue vivo. También es para mi mamita, Margarita Salinas, a ella le gustaban mucho las tunas”, dijo Rojas.
Al visitar la casa, José inmediatamente sacó una botella de chicha, la sirvió en una tutuma y alcanzó a los visitantes para calmar su sed antes de elevar una oración por sus familiares.
Mast’aku
El mast’aku de primer año para los difuntos nuevos es más ostentoso, pero el significado es el mismo: “dar la bienvenida de las almas”.
La familia Prado, por ejemplo, perdió en mayo a Teresa Myrna. Por ser el primer año, armaron una mesa con todas las bebidas que le gustaban, urpus y masitas de sol, luna, llamas, escalera. Además, una t‘antawawa que representa el cuerpo de Teresa.
“Todas las masitas las hemos elaborado en casa. También colocamos los tragos que a ella le gustaba y los refrescos. Hicimos adornos con algunas frutas. Este tipo de armados es para el primer año, al año haremos algo más pequeño”, dijo su Carlos Soto.
Añadió: “Al mediodía dejamos cerrado el cuarto por unos minutos para que el alma llegué y vea lo que preparamos”.
Gilmar Zurita junto a su familia armó un mast’aku por primer año ante la pérdida de su padre, Limber Zurita.
El hijo contó que colocaron escaleras para que por ahí baje el alma de Limber, una llamita para que lo guíe en el camino y una víbora para que lo proteja del mal.
“Mi papá falleció hace tres meses, por eso colocamos esta mesita y así recordarlo siempre. A mi papá le gustaba mucho el tostado con queso y café. Siempre lo recordaremos”, dijo.
Como una medida de bioseguridad, algunas familias optaron por armar paquetes que al momento de los rezos los entregaron cerrados a los visitantes que elevaron una plegaría por el alma.
En tanto, la Casa de la Juventud armó el “mast’aku más grande de Cochabamba” para fallecidos por Covid-19 y otras causas.
Tradición
Cada 1 de noviembre se recuerda el Día de Todos Santos y, según la creencia, las almas llegan al mediodía para compartir con sus familias. Son recibidas con mesas o mast’akus armados con dulces, alimentos y bebidas que le gustaban.
El 2 de noviembre se despide a las almas y se comparte la mesa con los que acuden a rezar por los difuntos.