Urkupiña reactiva el bordado y flete de trajes folklóricos con diseños coloridos
Tras dos años de pausa por la pandemia de la Covid-19, los artesanos de Quillacollo retoman la confección y el alquiler de coloridos trajes folklóricos que se lucirán en la festividad de la Virgen María de Urkupiña.
A una semana de la fiesta, decenas de danzarines visitan los talleres de bordados de la avenida Suárez Miranda para fletar o encargar arreglos de trajes de diablada, morenada y otras danzas con diseños íntegramente manuales.
Con la aguja en mano, decorando con perlas, lentejuelas e hilos metálicos los trajes, así encontramos a Santos Colque, propietario de bordados Tricolor Bolivia, con más de 20 años de experiencia en la confección de la vestimenta de la morenada.
“El trabajo es moroso, un traje se hace en un mes. La pandemia nos ha obligado a dedicarnos a otros rubros, como la confección de trajes de bioseguridad, pero de a poco estamos retomando los bordados”, indicó.
Santos dijo que este año los bailarines buscan trajes de color blanco, negro dorado y plateado con figuras de hormigas y serpientes.
Sin embargo, otros artesanos mencionaron que entre los diseños más vistosos y complicados para esta versión de la fiesta de Urkupiña, se encuentran los bordados de figuras de cóndor, dragón, quirquinchos, lagartos, hormigas, dragones y arañas.
“Lo más moroso es el bordado y el armado también es complicado porque todo se hace en cartón. Días antes de la fiesta, hay más pedidos porque la gente acostumbra a venir a última hora, entonces nos quedamos hasta las 2:00 trabajando para cumplir con las entregas”, sostuvo.
El artesano descubrió su pasión por el bordado colaborando a un familiar y tras adquirir experiencia decidió abrir una tienda de forma independiente. Actualmente atiende pedidos de trajes de tres fraternidades de morenadas que participarán el 14 y 15 de agosto en la festividad de la Patrona de la Integración Nacional.
De a poco, los artesanos nuevamente comienzan a ocupar las tiendas y abrir sus talleres en la populosa calle de Quillacollo para ofertar variedad de trajes folklóricos, trabajos de bordados, estandartes cívicos y mantos.
En un recorrido realizado por el sector se constató que seis familias, de más de una docena que se dedicaban a la actividad económica, continúa con la tradición de bordar a mano y con bastidores.
A pasos de la avenida Suárez Miranda y 20 de Diciembre encontramos a Genaro Marzana, propietario de bordados Súper Majestad, con más de 30 años de vocación en la confección de vestimentas para morenos, super achachis y bordados de variedad de figuras y colores.
“Bordar un traje es sacrificado y a veces a gente quiere les rebajemos, por eso otras personas que se dedican a este negocio prefieren colar nomás las figuras; (queremos) rogarles que no hagan eso, que sigamos haciendo las vestimentas con calidad”, afirmó.
Marzana comentó que la crisis económica que causó la pandemia también afecta a los bordadores porque este año muy pocos son fraternos que encargan trajes propios con diseños novedosos por el gasto que implica.
Mencionó que la mayoría de los bailarines prefiere alquilar vestuario de “segunda salida” en vez de estrenar uno, porque el costo es menor.
“Un traje de moreno propio cuesta entre 5 mil bolivianos a mil dólares; el flete está en 800 bolivianos por dos días. El costo es un poco más si es primera salida, eso quiere decir uno a estrenar”, remarcó.
Marzana explicó que la primera salida hace referencia al flete de un traje nuevo a estrenar y la segunda a una vestimenta ya utilizada.
Costo
Sobre el presupuesto que destinan los danzarines para participar en la entrada folklórica, el presidente de la Asociación de Fraternidades Folklóricas, René Valdez, detalló que el precio mínimo es de 1.800 bolivianos en caso del salay, mientras que en las morenadas se gasta un promedio de 3 mil bolivianos cuando se hace pedidos en bloque.
Pese a que la festividad promueve la reactivación, los bordadores reconocieron que los costos elevados y la falta de materia prima en la región, los obligó a buscar los insumos en La Paz y Oruro ante las dificultades para conseguirlos en Cochabamba.