Bolivia produce e innova muy poco y arriesga su crecimiento a largo plazo
En la década de los 60, los países del sudeste asiático no eran distintos en cuanto a nivel de desarrollo a los de América Latina, Bolivia entre ellos. Durante las últimas décadas, sin embargo, el crecimiento de los primeros fue abismalmente superior al de los segundos. ¿Qué pasó? Los expertos responden que uno de los factores que marcaron la diferencia es la productividad, la que a su vez depende de la innovación que realizan los países y sus empresas, es decir, la manera eficiente de hacer uso de los recursos. A bajo nivel de innovación, baja productividad.
Bolivia ha experimentado crecimientos mínimos de productividad e innovación, lo cual pone en riesgo su crecimiento sostenido a largo plazo.
Esta información está contenida en el documento Análisis de las características en innovación de empresas y su efecto en la productividad en Bolivia, elaborado por los investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Carlos Foronda, Javier Beverinotti y Claudia Suaznábar.
Sobre el tema, el economista Gabriel Espinoza comenta que en Bolivia el tema de innovación (entendida como la introducción de cambios para abaratar los costos de producción) está muy retrasado con relación a otros países y se lo confunde más con la adquisición de equipos que con nuevas maneras y procedimientos de ahorrar costos, además de ser un proceso muy caro.
El presidente de la Federación de Entidades Empresariales Privadas de Cochabamba (FEPC), Javier Bellott, opina, por su parte, que la innovación debería ser una política estatal, con incentivos para que las empresas busquen incrementar la innovación y la productividad.
Según el documento del BID, basado en una encuesta, el 60 por ciento de las empresas bolivianas realizaron alguna actividad de innovación entre 2013 y 2015, aunque la mayor parte de esta innovación se destinó a bienes de capital (compra de equipos). El 37 por ciento de las empresas adquirió máquinas y equipos, el 24 por ciento destinó sus recursos a capacitación, el 16 por ciento adquirió tecnología digital, el 10 por ciento en diseño industrial, el 7 por ciento en estudios de mercado y el 4 por ciento a investigación externa.
Además, el 73 por ciento de los recursos invertidos en la innovación de empresas procede de las mismas empresas; el 23 por ciento, de la banca, y sólo 0,1 por ciento, del sector público.
El estudio también destaca “el limitado apoyo del sector público a la innovación”, por lo que la publicación destaca también “el amplio margen para el desarrollo de políticas públicas desarrolladas para la Ciencia y Tecnología.
Los niveles de inversión en investigación y desarrollo (tanto públicos como privados) son bajos con relación a otros países. El 0,16 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) destinado a inversión en investigación y desarrollo de Bolivia es minúsculo con relación al promedio de Latinoamérica de 0,65 por ciento, y mucho más frente a 2,4 de países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) .
Resultados
El documento identifica mayor efecto en la producción cuando esas innovaciones se hacen a los procesos más que a los productos. Las empresas de manufacturas y servicios en Bolivia que introdujeron innovaciones en los procesos son entre 166 y 196 por ciento más productivas que las que no innovan, mientras que las empresas del mismo rubro que sólo innovan en el producto son 56 por ciento más productivas que las que no innovan.
Además, los resultados de la innovación tecnológica han sido muy novedosos para la propia empresa (74 por ciento), en menor proporción para el país (24 por ciento) y muy poco para el mundo (menos del 2 por ciento). Estos porcentajes deberían motivar a la innovación, pero ello no ocurre en Bolivia por distintas razones.
ALGUNAS RAZONES QUE DESMOTIVAN
Entre las razones de las empresas para no innovar están el alto costo, la facilidad de imitar la innovación y la escasez de personal calificado.
Muchas empresas exportan materias primas, lo que no les da mucha motivación de aplicar tecnología en sus plantas de origen.
Otro problema es la falta de información, pues en el 67 por ciento de los casos, las fuentes para llevar adelante un proceso de innovación en las empresas fueron internas. Hay muy pocos vínculos entre los agentes del sistema económico de innovación.
ANÁLISIS
Gabriel Espinoza. Economista
“Solamente adquirir bienes de capital es irrelevante”
Gran parte de lo que en Bolivia se entiende por innovación tiene que ver con la compra o adquisición de bienes de capital. Eso es irrelevante porque se está hablando mucho del aparato productivo que tenemos en Bolivia. En economías avanzadas, gran parte de gasto de innovación tiene que ver con procesos, procedimientos o ideas nuevas, lo que se ve muy poco en Bolivia.
El segundo problema es que las empresas dicen que innovan poco porque es muy difícil aprovechar los resultados. Eso en economía se llama problema de apropiabilidad, lo cual es muy serio porque está vinculado a una externalidad negativa, a una falla de gobierno. En Bolivia, los derechos de propiedad son muy difíciles de hacer cumplir.
El tercer gran problema es el alto costo de la innovación. En la mayoría de los países, la innovación se lleva vía subsidios estatales o vía programas de asociaciones público privadas que permiten que las empresas lleven a cabo las innovaciones con beneficios impositivos, subsidios directos de los impuestos y otros.
El problema en Bolivia es que no ha habido ningún incentivo desde el sector público al privado y esto retrasa el desarrollo de nuevos productos y sectores.
ANÁLISIS
Javier Bellott. Presidente de FEPC
“No hay políticas públicas para motivar la innovación”
Si bien es cierto el diagnóstico de los organismos internacionales, es importante reflexionar qué es lo que motiva un bajo desempeño innovador en nuestro medio. Poco hemos hecho por el derecho intelectual de los autores. En un mercado tan pequeño, no hemos hecho lo suficiente por proteger el derecho de autoría.
De pronto hay temor de que no haya los beneficios de la innovación por estas causas.
Tampoco se han desarrollado políticas públicas para estimular la innovación, políticas tributarias, costos de producción, negociaciones laborales, estrategias que ayuden especialmente a las pequeñas empresas, que no tienen recursos para innovar.
Como Federación, nuestra primera acción ha sido hacer el reconocimiento de la innovación. Ya hemos tenido nuestra primera versión en una acción conjunta que hemos con UMSS, UCB y UPB para motivar y estimular la innovación en todo sentido. Este año estamos lanzando la segunda versión, que se basa esencialmente en aspectos que están vinculados a un proceso de diferenciación, temas tecnológicos, procesos y otros.
También valoramos mucho el proyecto que se impulsa desde el Senado con la Ley de Startups. Pensamos que eso puede ayudar también en el desarrollo de innovaciones.