El IGF genera mínima recaudación y tiende a reducir la riqueza en Bolivia
El 26 de abril, a cuatro días de la finalización del plazo para el pago del Impuesto a las Grandes Fortunas (IGF), el Servicio de Impuestos Nacionales (SIN) reportó una recaudación de 224 millones de bolivianos y estimaba cerrar el mes con 227 millones.
Dos expertos consideran que este monto, equivalente a unos 32,5 millones de dólares, es mínimo porque no representa ni el 0,1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia. Sin embargo, la medida impositiva genera una serie de efectos adversos en las expectativas de inversión, además de la disminución de la riqueza en aproximadamente 4 por ciento en los próximos 20 años.
El impuesto alcanza a las personas naturales residentes o no residentes en el país que poseen una fortuna neta mayor a 30 millones de bolivianos. A partir de mañana, quienes incumplan con esta obligación deberán pagar una multa equivalente al 200 por ciento del tributo omitido.
En opinión del economista Juan Pablo Suárez, este impuesto se caracteriza por generar una mínima recaudación y un elevado nivel de pánico en la población, motivos por los cuales fue retirado en países como Alemania, Italia, Japón y El Salvador. Según el especialista, en el mejor de los casos, la recaudación llega al 0,4 por ciento del PIB.
Sin embargo, Suárez afirma que es un impuesto que confisca el capital privado, puesto que en la valoración de la fortuna se toma en cuenta activos que no generan liquidez, como terrenos. Por ese motivo, el analista opina que muchas personas prefieren mantener su patrimonio en el umbral, es decir, sin llegar a los 30 millones para evitar el pago. “Un estudio de Cainco (Cámara de Industria y Comercio de Santa Cruz) nos dice que más o menos en 20 años este impuesto hace reducir la riqueza en un 4 por ciento”, dijo Suárez.
Finalmente, mencionó que el IGF tiene un carácter ideológico antes que económico.
IGF desincentiva las inversiones en el país
El economista Luis Fernando García afirma que el Impuesto a las Grandes Fortunas (IGF) genera expectativas negativas no solamente en las grandes inversiones, sino también en la mayoría de los emprendimientos privados.
Menciona que, en épocas de crisis económica, la creación de un nuevo impuesto es una errada política económica, ya que, contrariamente, el Gobierno debe ajustar el sistema impositivo haciendo que los tributos disminuyan, se modernicen y sean más asequibles.
“Estamos metiendo la mano al bolsillo de la gente y le estamos diciendo que invertir en Bolivia es malo. La decisión que va a tomar la persona es no invertir”, dijo García.