Analistas consideran que Rusia no “salvará” a Bolivia con su economía
Hace unos días, el presidente Luis Arce realizó una visita oficial a Rusia con el objetivo de fortalecer las relaciones económicas y alcanzar acuerdos que mitiguen la actual crisis económica de Bolivia. Durante su estancia, se realizaron negociaciones centradas en la importación de combustibles, medicamentos, el incremento del comercio exterior y el avance en proyectos de litio y energía nuclear.
Uno de los principales temas abordados fue la importación de combustibles, un recurso cuya distribución en Bolivia se ha visto comprometida por la escasez de dólares. Arce mencionó que Rusia podría ayudar directamente en este aspecto y también a través de gestiones con otros países productores. No obstante, la falta de detalles sobre estas negociaciones ha generado incertidumbre entre los analistas.
Hasta el cierre de esta edición, los intentos de Los Tiempos por obtener más información oficial sobre los acuerdos alcanzados fueron infructuosos. Las consultas realizadas al Ministerio de Economía, al Ministerio de Relaciones Exteriores y al Ministerio de Hidrocarburos no recibieron respuesta.
No será gratuito
El analista en hidrocarburos Álvaro Ríos advirtió que la colaboración de empresas como Rosneft, una de las gigantes energéticas rusas, no será gratuita y buscará beneficios propios. Ríos destacó la necesidad de conocer las condiciones de cualquier acuerdo, recordando que, aunque Rusia enfrenta sanciones occidentales debido a la invasión de Ucrania, podría ofrecer precios más bajos por sus combustibles.
Por otro lado, el economista Napoleón Pacheco señaló que Rusia ha estado vendiendo petróleo a India y China con descuentos de hasta el 30 por ciento para atraer más divisas, debido a las sanciones de Estados Unidos y su estado de guerra. Pacheco sugirió que, aunque los precios pueden ser favorables, es improbable que esta colaboración directa solucione la escasez de dólares en Bolivia.
El economista Joshua Bellot señaló que la lejanía geográfica de Rusia complica la importación masiva de crudo o diésel, sugiriendo que sería más conveniente volcarse a países más cercanos, como Argentina. El vecino país, que cuenta con sus campos de Vaca Muerta, proyecta autoabastecerse y exportar hidrocarburos a Brasil, lo que podría beneficiar a Bolivia en términos de proximidad y costos logísticos.
En tanto, José Padilla, analista en hidrocarburos, propuso un enfoque alternativo: un intercambio entre la producción de litio boliviano y los hidrocarburos rusos. “Propuse como idea aprovechar un trueque del litio con hidrocarburos. Es una salida. Tenemos que recordar que Argentina dejará de requerir el gas boliviano este año, lo que pondrá la situación aún más difícil”, explicó Padilla.
La situación financiera de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) ilustra la gravedad del desafío. En 2023, YPFB facturó un total de 2.370 millones de dólares por la venta de gas al exterior y al mercado interno, de los cuales 875 millones provinieron de la venta a Argentina. Sin embargo, las importaciones de combustibles sumaron 2.990 millones, generando un déficit en la balanza energética.
Ante este panorama, la urgencia de encontrar soluciones estructurales es evidente. “La situación energética de Bolivia es muy complicada y cada vez se profundiza más. Buscar medidas parche no ayuda, necesitamos soluciones estructurales y de fondo”, declaró el analista Álvaro Ríos.
La propuesta de un intercambio de litio por hidrocarburos podría ya estar en los planes del Gobierno. Anteriormente, se había anunciado que se consideraba intercambiar producción de litio por la tecnología necesaria para su extracción directa (EDL), tecnología que actualmente proporcionan China y Rusia.
La necesidad de medidas estratégicas y de largo plazo se vuelve crucial para Bolivia, un país con vastos recursos naturales que aún lucha por convertir su potencial en realidades económicas y energéticas sostenibles.
Las negociaciones en Rusia también incluyeron discusiones sobre la importación de medicamentos y el aumento del comercio exterior. Además, se exploraron oportunidades en los sectores de litio y energía nuclear, áreas donde Bolivia tiene un potencial significativo, pero enfrenta desafíos similares en términos de falta de transparencia y detalles.
Comercio limitado
Carlos Bellot, analista económico, señala que históricamente el comercio con Rusia “ha sido muy limitado”. Los datos del Observatorio de Complejidad Económica (OEC) muestran que en 2022 Bolivia exportó 39,8 millones de dólares a Rusia e importó 76,3 millones. Estas cifras son insignificantes comparadas con el comercio exterior con Brasil (1.569 millones en exportaciones), India (1.319 millones) y China (1.170 millones).
En términos de importaciones, Bolivia depende significativamente de otros países: China lidera con 2.395 millones de dólares en 2023, representando el 21 por ciento de las importaciones, seguido por Brasil (1.914 millones), Argentina (1.085 millones) y Chile (1.016 millones).
Bellot resalta que en 2023 las importaciones desde Rusia se redujeron a menos de la mitad respecto al año anterior, una caída atribuida a la guerra con Ucrania, las sanciones occidentales y la escasez de dólares en Bolivia. “En términos generales, el comercio internacional con Rusia es nada importante y tener convenios con ellos es poco significativo”, afirmó.
Por su lado, Ríos subraya que, aunque Rusia es un aliado ideológico de Bolivia, esperar que este vínculo alivie la economía nacional es poco realista. “No le da respiro ni a Cuba ni a Venezuela, que también son países amigos”, comentó.
Desde el Gobierno, se ha señalado que la falta de liquidez de dólares en el sistema financiero comenzará a disminuir debido al aumento de exportaciones del sector agropecuario. No obstante, Bellot considera que las exportaciones agropecuarias serán menores en 2023 debido a los efectos climáticos y las dificultades de abastecimiento de combustibles.
Ante este panorama, el analista Pacheco sostiene que “el nivel de comercio con Rusia no es relevante por varias razones. Establecer lazos de cooperación más allá del ámbito cultural no veo que tenga resultados positivos. Hay lazos ideológicos, pero no creo que se traduzca en ayuda económica, que es lo que se necesita”.
El economista y académico, en su análisis, afirma que salir de las cifras macroeconómicas negativas requerirá una “hoja de ruta” clara y financiamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este financiamiento implicaría ajustes en el déficit fiscal, que lleva 11 años seguidos, y en el tipo de cambio, además de un cambio en el discurso del Gobierno. En su opinión, el plan de industrialización con sustitución de importaciones no responde a ventajas competitivas, sino a ideología política.