Bolivia celebra un siglo de actividad petrolera marcado por 4 factores
Este martes, Bolivia conmemora un hito trascendental en su historia: el centenario de la actividad petrolera en el país, marcado por la entrada en operación del primer pozo petrolero, Bermejo-2. A lo largo de estos 100 años, la gestión de los recursos energéticos ha sido un verdadero campo de batalla, caracterizado por una serie de decisiones políticas que han oscilado entre la privatización, la capitalización y la nacionalización, además de la exportación de gas. Este complejo recorrido ha dejado una profunda huella en el sector hidrocarburífero boliviano, según coinciden los análisis de expertos en la materia.
Álvaro Ríos, exministro de Hidrocarburos y analista en temas de hidrocarburos, ofreció un análisis exhaustivo sobre este centenario. “Bolivia ha transitado en estos 100 años por muchos ciclos, algunos positivos y otros negativos. No hemos sido constantes en nuestra política energética, lo que nos ha llevado a dos nacionalizaciones y una tercera con compra de acciones”, explica la exautoridad, señalando la inconsistencia en las políticas energéticas como uno de los mayores obstáculos para el desarrollo sostenido del sector.
Según Ríos, esta falta de estabilidad ha dificultado la atracción de inversiones a largo plazo. “Siempre terminamos nacionalizando después de que el sector privado ha hecho un descubrimiento importante, elevando impuestos y cortando el ciclo exploratorio. Esta falta de estabilidad ha sido perjudicial para atraer inversiones a largo plazo”, añade.
Ríos aboga por la creación de un marco jurídico estable que incentive la inversión privada y permita el desarrollo continuo de nuevas fronteras exploratorias. “Tenemos un recurso valioso bajo tierra, pero nuestras políticas erráticas han creado un entorno inestable para las inversiones a largo plazo”, afirma.
El futuro de la industria
Mirando hacia el futuro, las perspectivas para la industria petrolera en Bolivia presentan desafíos significativos. “Estamos transitando a ser un país netamente importador de energía, con importaciones de diésel, gasolina y próximamente GLP. Esto podría costarnos entre 5 mil y 6 mil millones de dólares anuales”, advierte Ríos. La falta de políticas estables y claras ha llevado a una crisis energética que podría tener graves consecuencias para la economía boliviana. “Necesitamos urgentemente incentivar la inversión extranjera directa y garantizar el cumplimiento de los términos acordados para evitar futuros ciclos de crisis”, sugiere Ríos.
Un siglo de historia
La industria de hidrocarburos en Bolivia ha cumplido un siglo, marcando significativamente tanto la economía como la estructura energética del país. Desde los primeros hallazgos de petróleo hasta la consolidación del gas natural como principal recurso energético, el sector ha atravesado diversas fases de auge y crisis. Raúl Velásquez, analista en temas de hidrocarburos de la Fundación Jubileo, ofrece una visión crítica y detallada de este recorrido.
En la década de 1920, indica, Bolivia empezó a explorar su potencial petrolero. Estos primeros esfuerzos revelaron importantes reservas, atrayendo inversión y estableciendo las bases de una industria que se volvería fundamental para el país. Durante los años 70, el mundo vivió un boom petrolero, y Bolivia no fue la excepción. Este periodo estuvo marcado por un notable incremento en la producción y exploración de nuevos yacimientos.
Velásquez sostiene que uno de los rasgos distintivos de la historia hidrocarburífera boliviana ha sido la alternancia entre políticas de nacionalización y privatización. En varias ocasiones, el Estado tomó control de la industria, buscando maximizar los beneficios nacionales. Sin embargo, estos esfuerzos a menudo enfrentaron desafíos significativos. Empresas estatales como Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) no lograron consolidarse al nivel de sus contrapartes en otros países, como Pemex en México, asevera.
Por otro lado, agrega, los periodos de privatización trajeron consigo una mayor inversión extranjera y avances tecnológicos, aunque también suscitaron debates sobre la equidad en la distribución de la renta petrolera.
La fluctuación constante entre estos dos modelos ha generado una política errática que ha dificultado el desarrollo sostenido del sector.
Exportación de gas
Para el analista de Jubileo, uno de los mayores logros del sector hidrocarburífero boliviano fue el contrato de exportación de gas a Brasil en el año 2000 y después a Argentina. Estos acuerdos garantizaron un mercado estable y a largo plazo para Bolivia, atrayendo inversiones significativas y consolidando la exportación de gas como una fuente principal de ingresos. Estos contratos no sólo impulsaron la economía energética del país, sino que también proporcionaron estabilidad fiscal durante varios años.
A pesar de los logros anteriores, el sector de hidrocarburos en Bolivia enfrenta actualmente una crisis estructural, según Velásquez, quien señala que, en los últimos diez años, la producción de hidrocarburos líquidos ha disminuido en un 53 por ciento y la de gas natural en un 46 por ciento. Esta caída constante desde 2015 ha llevado al país a una situación preocupante, con una reducción significativa en los ingresos por exportaciones y una dependencia creciente de las importaciones de hidrocarburos.
Política de subvención
Una de las políticas más controvertidas ha sido la fijación del precio del barril de petróleo en 27 dólares para el mercado interno. Esta medida, adoptada en 2004, ha desincentivado la exploración y explotación de nuevos yacimientos, ya que no resulta atractivo para las empresas operar bajo estas condiciones. Además, las subvenciones han generado una distorsión económica que ha impedido el desarrollo de energías alternativas y una inversión adecuada en otros sectores cruciales como la educación y la salud, afirma Velásquez.
La solución a esta crisis requiere una revisión profunda de las políticas actuales. Velásquez subraya la urgencia de formular una nueva Ley de Hidrocarburos que contemple el contexto global y regional, incluyendo el cambio climático y la competencia de nuevos jugadores como Argentina y Brasil. Esta nueva política debe equilibrar las necesidades nacionales con las realidades del mercado internacional, promoviendo una transición energética y un régimen fiscal que incentive la inversión sin descuidar los intereses del Estado.
Ríos y Velásquez manifiestan que a medida que Bolivia se enfrenta a la posibilidad de convertirse en un importador neto de hidrocarburos, es vital que se implementen cambios estructurales. La diversificación de la economía energética, el fomento de energías alternativas y la creación de un entorno favorable para la inversión son pasos esenciales para asegurar la sostenibilidad del sector en los próximos años.
El Bermejo-2 produjo 1,19 millones de barriles de petróleo en 100 años
El presidente de YPFB, Armin Dorgathen, destacó la importancia del pozo Bermejo-2 , cuya producción acumulada hasta junio de 2024 alcanzó 1,19 millones de barriles (MMBbls) de petróleo. “Celebramos 100 años del primer pozo descubridor de petróleo en Bolivia. El aporte del Bermejo-2, en un siglo de explotación continua, contribuye a la producción de petróleo que se destina al mercado interno”, dijo.
La producción histórica de este pozo contabiliza volúmenes estimados desde 1924 hasta 1942, y registrados desde entonces hasta la fecha. Antes de 1942, no existía un control riguroso de la producción, por lo que la información de esos primeros años es limitada. Sin embargo, los registros de YPFB indican que la producción máxima del pozo se registró en 1944, con 239 barriles por día (BPD). En la actualidad, el BJO-2 continúa siendo el mejor productor del Campo Bermejo.