Esther Soria, directora FPS: Cochabamba avanza hacia la industrialización con 13 plantas
Cochabamba se está transformando en un eje industrial clave en Bolivia con la implementación de 13 plantas industriales que buscan dinamizar la economía local, crear empleos y fortalecer la producción regional. Esther Soria, directora ejecutiva del Fondo Nacional de Inversión Productiva y Social (FPS), destaca que estas inversiones modernizan tanto la producción agrícola como la láctea, alineándose con la estrategia nacional de sustitución de importaciones y la agenda patriótica promovida por el Gobierno.
Con una importante inversión, Cochabamba se está consolidando como un motor central en la estrategia nacional de industrialización, afirma Soria al explicar cómo estos proyectos están configurando el futuro industrial del departamento.
—Cochabamba celebra su aniversario este septiembre. ¿Qué proyectos tiene el FPS para esta ocasión?
—Este año, Cochabamba celebra no sólo su aniversario, sino también avances significativos en infraestructura y desarrollo. Desde el FPS, estamos ejecutando 63 proyectos con una inversión total de 189 millones de bolivianos, de los cuales 35 ya están finalizados y se entregarán durante las celebraciones. Entre éstos se incluyen nueve sistemas de riego, tres proyectos de saneamiento básico, un puente vehicular, una represa y 13 plantas industriales. Estas plantas son fundamentales para la industrialización del departamento, que además de generar empleos directos e indirectos, fortalecen la economía local y la hacen menos dependiente de importaciones.
—Además de estos proyectos, ¿qué otras inversiones o supervisiones está realizando el FPS en Cochabamba?
—Estamos supervisando varios proyectos a nivel nacional, incluyendo la construcción de un centro de salud en Morochata y un mercado en Capinota, esenciales para atender las necesidades de salud y comercio. Asimismo, colaboramos con el Ministerio de la Presidencia en la construcción de unidades educativas, lo que refuerza nuestro enfoque integral en salud y educación. Estas iniciativas aseguran que el desarrollo llegue a todas las comunidades del departamento, respondiendo a las necesidades de los municipios y reafirmando el compromiso del gobierno central con Cochabamba.
—¿Cuánto se ha invertido específicamente en estos proyectos en Cochabamba?
—De los 35 proyectos culminados, la inversión total es de 125,1 millones de bolivianos, y en conjunto, todos los proyectos del FPS en Cochabamba suman 189 millones de bolivianos. La inversión se distribuye de manera estratégica para maximizar su impacto en las comunidades locales. En el cono sur, el programa “Mi Riego” ha invertido 27,5 millones de bolivianos, mejorando la infraestructura de riego vital para la agricultura y la economía local. En los valles, las inversiones en municipios como Villa Rivero, Santivañez y Capinota se centran en mejorar las condiciones de vida mediante el acceso a servicios básicos y la modernización de infraestructuras. En la región andina, en Morochata, se están desarrollando proyectos que incluyen la construcción de un centro de salud y la mejora de caminos para conectar mejor a las comunidades rurales.
Un proyecto emblemático es el sistema de riego Bolsón Mayo en Pojo, con una inversión de 13,5 millones de bolivianos, que beneficia a más de 1.100 habitantes al mejorar la capacidad agrícola de la región. También hemos mejorado el sistema de micro riego en Villa Flores, en Tiraque, lo cual permite diversificar cultivos y aumentar rendimientos agrícolas locales. Además, con el programa “Mi Agua IV”, se han destinado 4,9 millones de bolivianos para mejorar el acceso al agua potable en municipios como Puerto Villarroel, Villa Tunari y Mizque, beneficiando a más de 11 mil habitantes.
En cuanto al programa BOL-34, financiado por Fonplata, se han invertido 39,3 millones de bolivianos en el enlosetado de calles en varios municipios, mejorando la calidad de vida y facilitando el comercio y la movilidad regional. Estas mejoras son vitales para la integración de las comunidades en el mercado regional. Por ejemplo, en Raqaypampa, Pojo y Pasorapa, los enlosetados han beneficiado a más de 11 mil habitantes. En los valles, los proyectos han impactado a más de 27.700 personas en municipios como Arbieto, Ansaldo, Punata y Tolata. En la zona andina, se han ejecutado enlosetados en municipios como Arque, Sicaya, Bolívar, Tacopaya e Independencia, beneficiando a más de 7.000 personas. Finalmente, en la Región Metropolitana Kanata, los municipios de Sacaba, Tiquipaya, Sipe Sipe y Vinto han recibido proyectos que alcanzan a más de 17.600 personas, mientras que en el trópico, el enlosetado de calles en Chimoré ha mejorado la vida de 163.200 habitantes.
—Entre los muchos proyectos que ha mencionado, ¿puede destacar aquellos relacionados con plantas industriales?
—Claro. La industrialización es un pilar fundamental de nuestra estrategia de desarrollo. Con el programa Focipp, financiado por el Tesoro General de la Nación (TGN), estamos construyendo varias plantas industriales con una inversión de 4,6 millones de bolivianos. Estas plantas son esenciales para agregar valor a la producción local y crear empleos, posicionando a Cochabamba como un centro industrial en Bolivia. En la Región Metropolitana Kanata, hemos completado la planta de papa en Tiquipaya y la planta de lácteos en Sipe Sipe, beneficiando a más de 52.300 habitantes. Estas instalaciones transforman materias primas en productos de mayor valor, aumentando la competitividad de los productos cochabambinos tanto en el mercado nacional como internacional.
En Pocona, la planta de procesamiento de papa beneficia a 10.700 habitantes, demostrando cómo la industrialización puede estabilizar ingresos agrícolas y fomentar la sostenibilidad económica. La planta de lácteos en Mizque, en su etapa final de pruebas, diversificará su producción con productos como queso fresco, yogurt y leche saborizada, no sólo para consumo local, sino también con el potencial de exportación. Esta planta aprovecha la cadena productiva lechera bien establecida en Mizque, una zona con numerosos productores lecheros que ahora pueden expandir su mercado y mejorar la calidad de sus productos.
—¿Cuál es el impacto esperado de estas plantas industriales en la economía y en la vida de las personas beneficiadas?
—El impacto de estas plantas industriales será amplio y positivo. Un ejemplo es la planta de lácteos en Mizque, que ha incentivado la creación de una cuenca lechera departamental. Antes, el Valle Bajo era la principal zona lechera, pero la expansión urbana ha reducido su producción. Ahora, Mizque se perfila como un nuevo centro lechero, asegurando un mercado estable a través del desayuno escolar y la venta en supermercados locales, con vistas a una futura expansión a nivel nacional e internacional.
Estas plantas no sólo generarán empleo directo e indirecto, sino que también mejorarán los ingresos de las familias y contribuirán a la reducción de la pobreza. Además, al crear un entorno económico más dinámico y competitivo, estas inversiones atraerán a más inversores y fomentarán la innovación en el sector industrial.
—¿De qué depende la sostenibilidad de estas plantas?
—La sostenibilidad de estas plantas depende en gran medida de la gestión eficiente por parte de los gobiernos municipales. Es esencial que los municipios cuenten con los recursos necesarios para operar estas instalaciones. Si un municipio no dispone del capital suficiente, se podrían establecer acuerdos con el Gobierno central para una gestión mixta, asegurando que las plantas continúen beneficiando a la comunidad a largo plazo.