Sueño de soldado: boleto de adulto e ir a oriente
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Aún no alcanzan los 20 años, muchos han dejado el colegio hace un par de meses y otros ni siquiera eso, pero ya se sienten listos para ir a probar la vida y se han enrolado en el servicio militar obligatorio, plasmado en nuestra Carta Magna como un camino para asegurar la defensa, desarrollo y conservación de la República, de forma reiterada en sus artículos 3 y 313.
El cuartel es para muchos la puerta hacia la transición a una vida adulta, como Juvenal, un recluta de Vinto que se presentó al Centro de Instrucción de Tropas Especiales (CITE) con la esperanza de que lo envíen a un regimiento del oriente. Él confía en que al cabo de un año la libreta le ayudará a conseguir trabajo y así costearse un estudio.
El paso a una nueva etapa a veces implica el florecimiento de talentos hasta ese momento ocultos, como le pasó a Germán, cuya aspiración era servir en el CITE, pero allí ya no quedaban plazas, y le ofrecieron servir en Coloma con la condición de que se haga trompetista. Y eso fue lo que hizo.
Los conscriptos ven en el sacrificio de alejarse de su hogar una manera de madurar, una idea que es alimentada por los padres que les advierten sobre los sinsabores de la experiencia, "el jaripeo" y "la chocolateada", como se conocen a las sanciones físicas que aún perduran en algunos regimientos, según los nuevos soldados.
Los reclutas de 18 y 19 años, en su mayoría, están convencidos de que tendrán que madrugar y robar horas al descanso para aprender las maniobras militares. También se ven agobiados por la comida o "el rancho", que reemplazará a la comida de casa.
Las primeras horas en el cuartel transcurren con despedidas y aburrimiento. Los más osados o "tigres" rompen la monotonía de la espera del destino que les tocó colaborando en algunas de las tareas de reclutamiento, como la peluquería, que desde el reclutamiento recibe a unos 200 jóvenes por día.
Ramiro Cruz, con dos días en el cuartel y a punto de embarcarse a Puerto Suárez, en la frontera con Brasil, se sumó a la faena de borrar las melenas de los conscriptos con una habilidad innata para manejar las máquinas de la peluquería y realizar el corte reglamentario. Junto a él está "El Chino", que antes de pisar el cuartel ni pensó en ser peluquero, pero se destacó como el conscripto con más talento para ayudar en el salón, instalado bajo una carpa y provisto de un tocador.
Las manos de los soldados trabajan casi sin pausa para reducir la fila de reclutas, que está en la lista para el corte.
Cuanto más cerca está la hora de partir hacia el cuartel, que los espera en el oriente, los jóvenes abundan en planes, una de sus mayores ilusiones es vestir el uniforme militar y también hacer amigos. Pocos piensan en el regreso, a diferencia de las madres, que permanecen en las afueras del centro de reclutamiento para no perderse la salida del hijo, hacia una tierra desconocida, que cobijará a los soldados hasta enero, cuando se gradúe el escalón I/2007.
EL CUPO DE REGIÓN
- Las siete unidades que dependen de la Séptima División de Cochabamba recibirán unos 1.500 soldados, que se licenciarán en enero de 2008.
- Sin embargo, se estima que unos 3 mil reclutas acuden a los centros para hacer el servicio militar obligatorio, la mitad es enviado a otras regiones, principalmente del oriente.
- Los jóvenes de las provincias y los barrios de sectores medios y bajos son los que demuestran más interés en realizar un año de instrucción.
- Los conscriptos combinarán la instrucción militar con clases de capacitación en áreas técnicas, comentó el comandante de la Séptima. Hernando Núñez del Prado.
MALETA A CUESTAS
- Las maletas hechas de madera son vitales para la vida en el cuartel y por esta temporada se cotizan entre 120 y 250 bolivianos, de acuerdo a la calidad y la seguridad que ofrezca.
- La protección no es algo que se deje de lado, debido a que la convivencia implica el riesgo de sufrir robos.
- Por ello, los soldados se inclinan por maletas con doble fondo y con dos o más candados.
- El equipaje consta de artículos básicos como ropa casual, jabón, tenis y tostados.
El año tiene más peso
La mirada de reclutas como Wílmer toma un brillo distinto y su voz se oye más firme cuando narran porqué se enrolaron en el servicio militar obligatorio en lugar del servicio premilitar voluntario.
El soldado está convencido de que pasar un año encerrado en un cuartel le ayudará a enfrentarse a la vida, lejos de la protección familiar, y ve en la otra modalidad una continuación del colegio que acaban de culminar, porque consideran que la instrucción es menos rigurosa y se perpetua el lazo con la familia.
Además, cuentan que el pago de los 800 bolivianos para entrar a la premilitar es demasiado para sus familias, que en la mayoría de los casos subsiste con empleos eventuales y menos puede contemplar la idea de comprar una libreta, como una opción de eludir el reclutamiento.
La rivalidad entre los soldados y los premilitares queda sellada, cuando los últimos salen del cuartel y reciben una silbatina de los conscriptos que acaban de enrolarse al Ejército. Un oficial intenta detectar al promotor de la burla y consigue ahogar los chiflidos del centenar de reclutas, concentrados en el patio del CITE listos para embarcarse en lo creen será una de las aventuras que marcará su vida.
SONDEOS
RECLUTAS CON ANSIAS DE VIAJAR
Juvenal Vargas, recluta de Cbba.
Con la libreta me va a ayudar a encontrar trabajo, al regresar voy a estudiar.
Quiero que me destinen a otro lugar porque si me quedo, voy a salir cada domingo y va a ser como ir al colegio nomás.
Si me van a destinar voy a ir a conocer otros lugares.
Lo más difícil dicen que es hacer los ejercicios y los castigos. Pero, también dicen que es divertido, haces amigos. El premilitar no me gusta, quiero ir a otro lado a conocer.
Wílmar Choque, recluta Cbba.
Entré al servicio obligatorio porque quiero conocer lugares, no quedarme aquí. Todos me han dicho que quedarme aquí es como si estuviera yendo a mi casa nomás.
En un año voy aprender otras cosas, que no he aprendido: despertar temprano, ser más responsable y cuidar mis cosas.
Lo más difícil creo que va a ser lo que te jaripean o chocolatean y el estudio.
Ramiro Cruz, recluta Colquiri.
Yo soy de la provincia Inquisivi, Colquiri. Me vine aquí, al valle, porque quiero que me destinen al oriente, parece que me voy a Puerto Suárez. Me han contado que hace calor, a mí no me gusta el frío.
Quiero conocer cómo se vive, cómo se sufre, a manejar armas, cómo es la vida del soldado.
LA APUESTA POR EL CUARTEL
EL RITO DEL CABELLO
Una pareja de conscriptos se presenta en la peluquería del centro de reclutamiento. Ahí, dos soldados recién incorporados tienen la tarea de rapar la cabellera de sus camaradas, que como ellos optaron por el servicio militar obligatorio.
LA ESPERA POR UNA PLAZA
El primer día de reclutamiento los cuarteles recibieron jóvenes que llegaron del interior con la esperanza de enrolarse a las unidades con más prestigio o para ser destinados a un regimiento del oriente.
REGISTRO DE DATOS
Las unidades habilitaron una base de datos para registrar los datos personales de los reclutas, que deben contar con un documento de identidad como el carnet o el certificado, que forman parte de los requisitos.
A PUNTO DE VIAJAR
Un grupo de conscriptos está listo para partir a Puerto Suárez, en la frontera con Brasil, a donde fue destinado para cumplir con su servicio militar. Los jóvenes, llevan un equipaje mínimo en una maleta de madera, con seguridad reforzada.
LAS OPCIONES PARA LOS CONSCRIPTOS
- Los jóvenes que se presentaron a los centros de reclutamiento de Cochabamba llegaron de diferentes regiones como La Paz, Oruro y Santa Cruz, así como, de provincias cercanas como Vinto, Quillacollo, Sacaba y Bolívar.
- El Cite, una de las unidades con alta demanda prevé recibir este año s unos 300 conscriptos, que al margen de la instrucción militar recibirán capacitación técnica en áreas como mecánica, computación y alfabetización.
- Un estudio estableció que cada año unos 25 mil jóvenes se presentan al servicio militar obligatorio departamental en los nueve departamentos.
- La modalidad de servicio premilitar voluntario mixto está vigente desde 1996 con el Decreto Presidencial 21157, está destinado a los jóvenes de último año de secundaria y requiere que los reclutas depositen 800 bolivianos, para la entrega de uniforme y botas militares.
- Los jóvenes que se inclinan por el servicio premilitar pasan instrucción los fines de semana y continúan con sus clases en la semana, el objetivo es que el servicio no interfiera con su formación educativa ni retrase sus estudios superiores. Los conscriptos que entran al servicio militar obligatorio consideran creen que el año que pasarán en el cuartel no implica un atraso en sus estudios, porque representa una experiencia de vida.
El proceso de reclutamiento está respaldado por las familias que consideran vital que el joven pase por el cuartel para poder asumir roles de mayor responsabilidad como el trabajo o el sustento de una familia, creencias que se refuerzan con los recuerdos del padre o los hermanos que hicieron el servicio militar.