Helicóptero: accidente devela muchas falencias
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El accidente del helicóptero Aluete III SA-316 donado por Venezuela y maniobrado por uno de los pilotos presidenciales, Wilson Arnez, estuvo envuelto en una serie de falencias. La aeronave que realizaba un vuelo de prueba el jueves a las 15:20 no se declaró en emergencia, iba con exceso de pasajeros, tuvo poco contacto con la torre de control, la tripulación carecía de cascos y uno de ellos del uniforme reglamentario, entre otras irregularidades, según contaron expertos en seguridad aérea.
El helicóptero, fabricado en Francia en 1972 por la empresa Aeroespatiales, se comunicó sólo dos veces con la torre de control del aeropuerto. La primera, al despegar del aeródromo de la Segunda Brigada de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB), localizada en la zona de Jaihuayco, para reportar el inicio del vuelo. La segunda, para anunciar que se dirigía hacia la zona de Santiváñez, al suroeste de su base de partida. Después de ello, no hubo más contacto, informó una fuente cercana al aeropuerto Jorge Wilstermann.
Los expertos añaden que por norma los vuelos de prueba deben comunicarse frecuentemente con su base o con la torre de control. El helicóptero perdió contacto por completo hasta que se estrelló al chocar con el muro de una casa en construcción, situada en La Encañada en Molle Molle, distante a 30 segundos de vuelo de las instalaciones de la FAB y próxima al aeropuerto local. La torre se enteró del accidente recién con la llegada de los equipos de rescate al lugar del siniestro.
La aeronave tenía el 70 por ciento de su capacidad ocupada al trasladar a cinco tripulantes: piloto, copiloto, un técnico venezolano, un suboficial y un sargento. El procedimiento prevé que los vuelos de prueba deben llevar la menor cantidad de pasajeros y lo más aconsejable es que sólo vaya el piloto y el técnico.
El helicóptero, que alcanzó aproximadamente 150 metros de altura (500 pies) y que voló cinco minutos, sufría de un desperfecto en el rotor de la hélice. El objetivo del viaje era reparar la vibración que producía la falla del mecanismo. Sin embargo, la misión quedó frustrada cuando la aeronave se precipitó a tierra al perder altura rápidamente, según el informe de técnicos de la FAB y testigos del accidente.
Ninguno de los tripulantes ni los pilotos portaban cascos de vuelo. El procedimiento indica que los pasajeros pueden prescindir del equipo, pero los pilotos están obligados a portar los cascos, debido a que ahí se hallan incorporados los micrófonos y los audífonos de comunicación al margen de proteger al usuario de golpes. Se presume que en el accidente los pilotos usaban un equipo alternativo de comunicación, que no estaba incluido en el uniforme.
A esas falencias, se suma el descuido en recobrar las piezas que se desintegraron del helicóptero. Ayer, una vecina de La Encañada, Cristina Valdivieso, llevó al campamento que la FAB levantó en el sitio del accidente una pieza que cayó en el techo de su casa, pero nadie la atendió y se regresó con el pedazo de acero.
El herido y los fallecidos
El único sobreviviente del accidente, Jhonson Yanarico, libra una dura batalla por la vida. Las complicaciones comenzaron desde su rescate, debido a que las ambulancias tardaron en llegar y, al final, tuvo que ser trasladado en un taxi, que al principio se resistía a llevar al herido por temor a que su vehículo se ensucie.
Al llegar al hospital Viedma fue sometido a reanimación cardiaca porque sufría de taquicardia. Una vez estabilizado, fue internado en la Unidad de Terapia Intensiva pero ayer los médicos lo llevaron al quirófano para aliviar las lesiones que sufrió en la cabeza, informó el director del servicio médico, Miguel Tapia.
La FAB y los dolientes enterraron ayer a dos de los fallecidos: el copiloto Edgar Antezana y al suboficial Javier Rodríguez, que fueron sepultados en medio de la consternación de quienes los conocieron.
El piloto del equipo presidencial, Wilson Arnez, será enterrado hoy, según se anunció, mientras que el militar venezolano Juan Carlos Isarnotegui fue repatriado anoche.
ARMAN UN CAMPAMENTO
FAB espera a técnicos y al fabricante
Un día después de la tragedia en el que perecieron cuatro efectivos, uno de la Fuerza Aérea de Venezuela, el sitio del accidente se ha convertido en un improvisado campamento que se halla bajo fuerte resguardo militar. El hermetismo ha caracterizado el trabajo de la FAB, que ayer comenzó a levantar los primeros datos del siniestro en coordinación con un técnico venezolano.
La aeronave se mantendrá en el lugar hasta la llegada de una delegación venezolana, que escudriñará el helicóptero donado por Venezuela a la FAB en febrero de 2007, con el fin de determinar la causa del accidente. La Fuerza Aérea de Bolivia también espera la llegada de una misión de la fábrica que construyó el helicóptero y que dejó de producirlos en 1987. Los fabricantes deben dar el aval para desarmar el motor principal y el motor de la cola, señaló una fuente de la Fuerza Aérea.
Tras el accidente, el diputado Edmundo Novillo contó que fue el último personero del Gobierno que utilizó el helicóptero, debido a que este sufrió un desperfecto al trasladarlo el vienes de Cochabamba a Cocapata. Entonces el piloto le comunicó que se trataba de una falla en la batería y que fue resuelto al día siguiente. Sin embargo, el congresista usó otro transporte para volver de la población rural.
EL HERIDO
El único sobreviviente del accidente, Jhonson Yanarico, libra una dura batalla por la vida. Las complicaciones comenzaron desde su rescate, debido a que las ambulancias tardaron en llegar y, al final, tuvo que ser trasladado en un taxi, que al principio se resistía a llevar al herido por temor a que su vehículo se ensucie. El desempeño de las organizaciones estuvo lejos de la eficiencia que demuestran en los simulacros, contaron algunos testigos.
Al llegar al hospital Viedma fue sometido a una maniobra de reanimación cardiaca, a causa de que sufría de taquicardia. Una vez estabilizado, fue internado en la Unidad de Terapia Intensiva pero ayer los médicos lo llevaron al quirófano para aliviar las severas lesiones que sufrió en la cabeza, informó el director del servicio médico, Miguel Tapia.
La FAB y los dolientes enterraron a dos de las víctimas: al copiloto Edgar Antezana y al suboficial Javier Rodríguez, que fueron sepultados en medio de la consternación de quienes los conocieron. El sepelio estuvo acompañado por la ministra de Justicia, Celima Torrico, y la presidenta de la Asamblea Constituyente, Silvia Lazarte.
REPATRIACIÓN
El cuerpo del técnico de aviación de nacionalidad venezolana, Juan Carlos Isarnotegui, fallecido en el accidente de este jueves, fue repatriado ayer a su país por una comisión de la Fuerza Aérea Venezolana que aterrizó en el aeródromo de la FAB, anoche.
El efectivo que trabajaba en la reparación del helicóptero murió y fue confundido con un albañil, porque no contaba con el overol antiflamante que deben portar los aviadores.