Pánico, el agua amenaza comerse todo Beni

Trinidad | El Deber y Agencias
El presidente Evo Morales anunció ayer la declaración, "de manera inmediata", de zona de desastre nacional al departamento de Beni. El decreto podría emitirse hoy. En tanto, la lluvia que empezó a caer a las dos de la madrugada de ayer y que alimentó la inundación en Trinidad causó que el agua suba hasta el nivel del anillo de contención que protege a la ciudad y que "se coma" el barrio Paitití. Además, el agua también ingresó en las carpas de los damnificados que están ubicados en la carretera construida encima del dique.
Los 35 centímetros que, de acuerdo al Centro de Operaciones de Emergencia (COE), había hasta el pasado sábado entre el agua y el borde de la barricada protectora ayer se redujeron a cero, según evidenciaron autoridades y damnificados.
Las carpas que se instalaron a un costado de la circunvalación son ahora inservibles porque los colchones viejos son una masa de agua y lana fría y, en el peor de los casos, los hules quedaron destrozados por los cortes, como si fueran cuchillos afilados, del viento y la arena.
Según el COE de Beni, existen 10.657 familias damnificadas en aproximadamente 300 comunidades del departamento y las zonas aledañas al centro urbano de Trinidad.
"Necesitamos transporte, vehículos para trasladarnos poco a poco. Pronto el agua rebasará la Circunvalación y todo el mundo va a querer salvarse y habrá pánico. No debemos dejar para el último momento", declaró ayer David Ganjas Chuquimia, un vecino de Trinidad, quien aseguró que vive en la ciudad oriental desde 1980 y es la primera vez que es testigo de un desastre de tan grandes dimensiones.
"Imagínese, una lluvia más y nos terminamos de hundir", sentenció Ganjas vía telefónica desde Trinidad, donde hace tres días vive en una carpa en las afueras de la capital beniana.
Sin embargo, hasta ayer, los equipos que atienden a los damnificados aún no habían empezado los trabajos de evacuación. Según Susana Rivero, ministra de Agricultura y Desarrollo Rural, se ha tomado la decisión luego de un informe técnico de hacer una apertura en una de las pequeñas carreteras por la que pasa un río cercano a la ciudad.
Según Rivero, esto permitiría "que las aguas circulen por ese lugar y así evitar el ingreso de las aguas hasta la ciudad".
El prefecto de Beni, Ernesto Suárez, a las 13:00 horas declaró que se buscaba un lugar para reubicar a los hombres, mujeres y niños que cuando encuentran a alguien por la zona del desastre corren para pedirle comida, ropa seca y un pedazo de hule.
El panorama se volvía desolador con el pasar de las horas. Como el viento volteaba las carpas, las personas mayores tapaban con hule los catres sin colchones y metían debajo a sus hijos para resguardarlos de la lluvia y para que dejaran de tiritar.
La zona conocida como Las Palquitas, la más baja dentro del anillo, donde la pasada semana se filtró el agua, ayer volvió a ser la más golpeada por las olas que de rato en rato hacían que el agua pasara sobre la carretera.
El prefecto Suárez coincidía con los damnificados en que, de continuar las lluvias, el agua podría rebalsar la circunvalación. Por eso, las autoridades preparaban la zona de San Antonio para reubicar a los damnificados.
Pero muchos afectados se niegan a ser trasladados. "Yo prefiero levantar mi carpa encima de la carretera porque por ahí el agua pasa de largo", explicó Ana Chávez. '?Por qué no quiere irse?, fue la pregunta. "Porque desde acá por lo menos puedo entrar a remo a mi casa, que queda a cinco cuadras, y así impedir que se roben mis cositas", justificó.
Los vecinos de la ciudad, especialmente los que están más cerca de la circunvalación, están en zozobra porque si el dique rebalsa ellos serán las próximas víctimas del fenómeno climatológico La Niña. Sin embargo, más allá de una preocupación que se refleja en las conversaciones que se escuchan en los mercados y en las veredas de las calles, no se ha visto a gente preparándose para una evacuación. Incluso, del plan de traslado anunciado por el Gobierno central a la comunidad de Somopae, a 32 Km de la ciudad, no se volvió a hablar.
"Si deja de llover las aguas dejarán de subir y sólo habrá que esperar tres meses para que la vida vuelva a la normalidad en Beni", dijo Armando Cáceres, uno de los tantos damnificados que hasta ayer estaba con el colchón mojado porque el agua entró en la carpa que le entregaron en la inundación del año pasado.
Faltan alimentos y carpas
De 3.460 familias evacuadas que había hasta el sábado pasado en Trinidad, la cifra aumentó a más de 5 mil, reveló el alcalde de la capital beniana, Moisés Shiriqui. Y lo peor, puntualizaba, es que hay escasez de alimentos y faltan carpas para los damnificados.
Es que las 90 toneladas de alimentos que entregó la Prefectura de Beni al municipio para los damnificados no alcanzaron y las 400 carpas tampoco abastecieron.
Lo que ayudó a mitigar la desesperanza de la gente, afirmaron autoridades prefecturales y municipales, fue el donativo del embajador de EEUU en Bolivia, Philip Goldberg, que consistió en 310 rollos de plástico para construir alrededor de 1.500 carpas, 1.536 equipos de higiene, 1.000 bidones de agua y 100 equipos para determinar la contaminación de las aguas.
Los puertos Almacén y Varador, que están como a 10 kilómetros de Trinidad, presentaban las caras más grises de las consecuencias de las inundaciones. Hasta ambos lugares se llega por una carretera asfaltada, pero a medida que se avanza va apareciendo un lago oscuro que despide un olor a perro mojado y los costados de la ruta se van achicando hasta que sólo quedan el agua y el alquitrán de la carretera.
En los pocos espacios de tierra a la vista, las carpas hechas jirones son el rastro de la gente que había llegado desde otros lugares, escapando del fantasma de las aguas. "El viento, fue el viento de la madrugada el que tumbó todo y la pobre gente tuvo que quedarse a la intemperie", relataba Roberto Salvatierra, que cerca a las 11 de la mañana temblaba de frío.
Y más allá, una casita había sido derribada por un barco de madera que el viento liberó de su ancla y lo empujó hacia la morada donde dormía una familia con varios hijos.
Al frente del barrio Venecia, donde hay un considerable saldo de víctimas por las lluvias, se quejaban de la falta de letrinas, porque hasta 300 utilizan una.