La historia de dos niños que le rezan a las almas del Cementerio General
COCHABAMBA |
Al son de una zampoña, con las manos en posición de rezo y con la mirada dirigida al cielo, Juan y José (nombres ficticios), trabajan al menos cinco veces por semana en el Cementerio General de Cochabamba, ofreciendo cánticos y oraciones a las tumbas de cientos de personas fallecidas.
Ambos niños, de 11 años de edad, contaron a Los Tiempos que viven en K'ara K'ara y que los días de trabajo son difíciles ya que se levantan muy temprano para poder recaudar la mayor cantidad de dinero posible.
Juan aseguró que además de cantar y rezar, se dedica a limpiar lápidas para poder ayudar a su madre, hermanos y amigos que viven con él, todos juntos como una familia.
“Yo no tengo papá, me ha abandonado cuando tenía un año, vivo con amigos, con mi mamá y con mis hermanitos, son chiquititos todavía. Tengo que trabajar para ayudarle a mi mamá, ella no tiene trabajo y vengo al cementerio lunes, miércoles, jueves, sábado y domingo”, relató el niño.
Por su parte, José dijo que la gente “ya no paga como antes” y que lo máximo que pudo recaudar por un rezo fue Bs 5. “Mi papá trabaja en algo, mi mamá no quiere que vaya al cementerio pero yo por mi gusto voy, lo uso para mis gastos y para darle a mi mamá para que cocine”, manifestó el niño.
Los dos menores de edad, mostraron a Los Tiempos cómo realizan su trabajo al efectuar un rezo mezclado con la melodía de una artesanal zampoña. Señalaron que la fe es lo más importante al momento de elevar las oraciones. “La gente se da cuenta cuando rezas mal, es mejor hacer de corazón y orar de verdad a las almas”, señaló Juan.
De esta manera Juan y José, al igual que cientos de niños, trabajan arduamente para poder colaborar con sus familias, tener una fuente de ingresos que les deje salir adelante y así, por lo menos, contar con el alimento necesario para subsistir cada día.