Lanzan festividad de la Virgen de Urkupiña 2017
Esta noche se realizó el lanzamiento oficial de la festividad de la Virgen de Urkupiña 2017, en el municipio de Quillacollo, Cochabamba.
Entre las actividades, destacan la peregrinación hasta el Calvario y la Entrada Folklórica. El año pasado más de 40.000 danzarines realizaron una demostración de fe a lo largo del recorrido de 4,5 kilómetros.
La mamita de Urkupiña recibe cada año a miles de feligreses que llegan hasta sus pies para rendirle homenaje, darle las gracias por algún milagro o simplemente para pedirle un favor.
Historia
Según la tradición, a mediados de 1700, en la comarca de Cota, en el extremo sur de Quillacollo, vivía una humilde familia de campesinos que delegaba a su hija el cuidado de las ovejas. La pastorcita se dirigía a diario con su rebaño hacia la colina y, según la leyenda más difundida, un día de agosto se le apareció una señora con un hermoso niño en brazos, con quien sostenía largas conversaciones en quechua.
Desde entonces, la niña demoraba en retornar a su casa, por lo que, cuando sus padres le preguntaron el motivo de sus tardanzas, la niña relató sus encuentros con la señora. Decía que la “mamita y su niñito” descendían a jugar con ella. Al oírla, sus padres se alarmaron y dirigieron a la colina para conversarse del increíble relato de la niña.
Ante la experiencia de la niña, el párroco y los vecinos fueron a corroborar el relato de la niña. Al llegar, escucharon a la pastorcita decir: “Jaqaypiña Urkupiña, Urkupiña” (Allí está, ya está en el cerro).
Pero, al llegar a la cima la señora desapareció. Sin embargo, la gente logró ver una imagen celestial que se esfumaba entre los algarrobos, cactus y ululas. En el lugar hallaron una imagen de la Virgen y la trasladaron en procesión hasta la capilla de Quillacollo y desde entonces es conocida como la Virgen de Urkupiña y su fiesta es el 15 de agosto en honor a la Asunción de la Virgen María. (1970, Mercedes Anaya de Urquidi).
La otra leyenda de Urkupiña vincula el fenómeno a una celebración de los pueblos andinos para la preparación de la tierra y la limpieza de sus sistemas de riego, para emprender la siembra en agosto, como inicio del ciclo productivo y por lo tanto una celebraciones más importantes entre las comunidades indígenas que esperan buen clima y abundante agua para la labranza.