Los pobres de Haití comen galletas de lodo
Puerto Príncipe | Ap
Era la hora del desayuno en uno de los barrios de tugurios más miserables de Haití y Charlene Dumas comía lodo.
Con el aumento de los precios de los alimentos en el mundo, muchos de los más pobres no pueden comprar siquiera un plato de arroz por día. Y algunos apelan a medidas desesperadas para engañar el hambre.
Charlene, que a los 16 años tiene un hijito de un mes, ha acudido a un tradicional remedio haitiano para el hambre acuciante: galletitas confeccionadas con tierra seca de la planicie central del país.
El lodo ha sido favorecido desde hace mucho tiempo por las mujeres embarazadas y los niños como fuente de calcio y como antiácido. Pero en lugares como "Cite Soleil" (Ciudad del sol), el atestado barrio misérrimo junto al océano donde Charlene comparte una vivienda de dos cuartos con sus cinco hermanos y dos padres desempleados, las galletitas hechas con tierra, sal y mantequilla vegetal se han convertido en una fuente regular de sustento.
"Cuando mi madre no cocina nada, tengo que comerlas tres veces por día", dijo Charlene. Su bebé, llamado Woodson, se veía ligeramente más delgado de los 2,8 kilogramos que pesó al nacer.
Aunque dice que "me agrada el gusto porque sabe a mantequilla y sal", aclaró que las galletitas también le dan dolores de estómago. "Y cuando amamanto, el bebé también parece a veces con cólicos".
Algunos días, dice, no come nada más que esas galletitas de lodo.
La agencia de alimentos de las Naciones Unidas está cada vez más preocupada por los precios de los alimentos, que están subiendo fuertemente debido a varios factores. El cambio climático provoca más tormentas que destruyen los cultivos, y el petróleo más costoso encarece los fertilizantes y el costo del transporte de los alimentos. La mayor demanda de biocombustibles significa que se dedican menos terrenos a los cultivos alimenticios, lo que a su vez provoca una disminución de suministros y mayores precios.
En Haití, los aumentos de precios y la escasez de alimentos amenazan la frágil estabilidad del país, y las galletitas de lodo son una de las poquísimas opciones que tienen los más pobres para no morirse de hambre.