Mitad de electores cree que existe posibilidad de dictadura en Brasil
La mitad de los electores brasileños considera que existe la posibilidad de que haya una nueva dictadura en el país, según un sondeo divulgado ayer, a nueve días de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, para las que el ultraderechista Jair Bolsonaro parte como máximo favorito.
De acuerdo con la encuesta elaborada por la firma Datafolha, un 31 por ciento de los votantes brasileños respondió que “hay una gran posibilidad” de un nuevo régimen autoritario como el que imperó entre 1964 y 1985, mientras que otro 19 por ciento afirmó que existe “una pequeña” probabilidad de ello.
El 42 por ciento rechazó por completo ese supuesto y el 8 por ciento restante no supo qué contestar.
El índice de encuestados que creen que es posible que en el país se repita una dictadura creció 11 puntos porcentuales respecto a un anterior sondeo sobre el asunto, de febrero de 2014.
Bolsonaro, un nostálgico de los tiempos de la última dictadura brasileña y firme defensor de la liberación de la venta de armas, se medirá el próximo 28 de octubre al progresista Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), en el balotaje.
Según la más reciente encuesta, divulgada anteanoche, el polémico capitán en la reserva del Ejército ganaría con un 59 por ciento de los votos válidos frente al 41 por ciento que obtendría Haddad.
Entre los simpatizantes de Bolsonaro, el 65 por ciento cree que no hay “ninguna” posibilidad de una nueva dictadura en Brasil, mientras que entre los de Haddad, el porcentaje se invierte, pues un 75 por ciento sí considera esa hipótesis.
Por otro lado, el 51 por ciento de los electores brasileños afirmó que el régimen militar que surgió del golpe de Estado de 1964 dejó “más aspectos negativos que positivos”.
No obstante, el 24 por ciento está de acuerdo con que el Gobierno prohíba las huelgas, el 41 por ciento con que intervenga los sindicatos, el 33 por ciento con que proscriba a algún partido y el 23 por ciento con que censure medios de comunicación. Los resultados de la encuesta, que tiene un margen de error de 2 puntos, se obtuvieron a partir de 9.137 entrevistas realizadas entre el miércoles y el jueves en 341 municipios del país.
Bolsonaro parece ya dirigido a ganar el balotaje y su campaña avanza a paso firme con una agenda conservadora, que incluye liberar la venta de armas y la doctrina bíblica entre sus banderas.
Una de las principales ofertas de Bolsonaro es liberar la venta de armas a civiles, para reforzar el combate a una delincuencia que se ha desbordado en un país en el que se registran cerca de 60 mil muertes violentas anuales.
También propone reducir la edad de responsabilidad penal —hoy fijada en 18 años— a 17 primero y luego a 16; dotar de “seguridad jurídica” a los policías que maten delincuentes en el ejercicio de sus funciones y acabar con la financiación oficial a organismos de derechos humanos.
Junto con ello, ha prometido un estricto apego a los principios religiosos, mezclados con proclamas nacionalistas, que resume en un lema de campaña (“Brasil encima de todo, Dios encima de todos”) que sintetiza su convicción cristiana y parte del ideario militar.
28 de octubre de 2018 se llevará a cabo la segunda vuelta electoral por la presidencia brasileña.
LLAMAN A VOTAR POR HADDAD
Más de 350 economistas, entre ellos un premio nobel, publicaron ayer un manifiesto en el que advierten sobre los riesgos que significaría para la democracia una victoria de Bolsonaro.
Los signatarios del “Manifiesto de economistas por la democracia brasileña” indican que existen entre ellos divergencias y que muchos son “críticos contundentes” de los gobiernos del Partido de los Trabajadores.
Pero esas divergencias pasan a segundo plano, porque “lo que ahora está en juego es el régimen democrático brasileño y las instituciones del Estado de derecho”, afirman.
EL ELECTORADO FEMENINO NO DETIENE A BOLSONARO
AFP
Era el punto débil de Bolsonaro: las mujeres. Pero el rechazo de millones de brasileñas por un candidato misógino y machista se fue debilitando.
El excapitán del Ejército le dijo a una diputada de izquierda: “No te violaría, porque no lo mereces”, trató a una periodista de “analfabeta e idiota”.
Pero después de la primera vuelta, el exparacaidista inició una operación de seducción, tomándose selfis con mujeres.
Una semana antes, a fines de septiembre, cientos de miles de mujeres habían marchado por 60 ciudades brasileñas al grito de “Ele Nao!” (“Él No”), mostrando su rechazo hacia él.
Pero la contraofensiva no demoró, los partidarios del ultraderechista pusieron todo su empeño en desacreditar las marchas, difundiendo fotos con mujeres desnudas tomadas en Australia hace 17 años como si fueran de las protestas actuales en Brasil.
HADDAD TEME QUE RÍO DE JANEIRO SEA UN “ESTADO MILICIANO COMO FILIPINAS”
AFP
El candidato de izquierda Fernando Haddad advirtió ayer que Río de Janeiro puede llegar a convertirse en “un estado miliciano como Filipinas” si Bolsonaro, partidario de la flexibilización del porte de armas, gana la presidencia de Brasil.
“Aquí lo que se necesita es que la Policía Federal actúe contra el crimen organizado. Si se arma a la población, esto se va a transformar en un estado miliciano, como ya ocurrió con Filipinas y otros lugares”, declaró.
Río afronta desde hace al menos dos décadas el problema de las milicias: grupos parapoliciales conformados por agentes y exagentes de seguridad, que actúan en las favelas.
Estos escuadrones, que se disputan el dominio de las barriadas con los traficantes de droga, están implicados en extorsiones y han llegado a controlar servicios como el suministro de gas, Internet y la televisión por cable.
Haddad criticó la propuesta de Bolsonaro de dar protección jurídica a los policías que puedan verse implicados en excesos en la lucha contra la criminalidad.
“Si no se contratan policías, se arma a la población y se cortan derechos sociales, empeorará la situación. ¿Y sabe qué ocurre? Vendrá un estado miliciano”, sostuvo.
Según Haddad, bajo un gobierno de Bolsonaro, el caos podría aumentar al punto de que Río llegaría a ser como Filipinas, donde el presidente Rodrigo Duterte libra una muy cuestionada guerra contra las drogas.