La represión causa un centenar de muertos en Sudán
JARTUM |
Las fuerzas de seguridad continuaron hoy con la represión contra los manifestantes por tercer día consecutivo, en una oleada de violencia que ha causado ya un centenar de muertos, mientras el presidente de la junta militar que dirige Sudán, Abdelfatah Burhan, ofreció "diálogo" a la oposición.
Según el último balance del Comité Central de Médicos, al menos 101 personas han muerto desde el lunes y otras 326 han sido hospitalizadas.
Cuarenta cadáveres fueron sacados del río Nilo por las milicias progubernamentales y luego fueron llevados a un lugar desconocido, indicó el colectivo opositor de médicos.
Los doctores, que han documentado las víctimas mortales desde el inicio de las protestas el pasado diciembre, aseguran que aún no están en condiciones de verificar el número real de fallecidos de estos días por la situación de la seguridad y las restricciones que los militares ponen a su trabajo. En Fotohat, un barrio humilde de la ciudad de Um Durman, en la orilla oeste del río Nilo, resonaban hoy los disparos de fusil con munición real, como constató Efe.
Allí, los militares trataban de dispersar a un pequeño grupo de manifestantes para retirar una barricada de neumáticos y piedras levantada en el acceso a una calle de tierra, una escena que se repitió hoy en varios barrios de la zona metropolitana de Jartum.
Las fuerzas de seguridad han logrado despejar las principales avenidas de Um Durman y de Jartum, que estaban bloqueadas por barricadas desde el lunes, día en el que los militares desmantelaron la acampada opositora de la capital con violencia extrema, causando decenas de muertos y centenares de heridos.
En las avenidas principales ahora se han desplegado decenas de vehículos blindados, armados con ametralladoras de grueso calibre, pero el tráfico es muy escaso, en parte por ser hoy el primer día del Aid al Fitr, una de las festividades más importantes para los musulmanes, cuando se celebra el final del Ramadán.
Internet continuaba hoy cortado por tercer día consecutivo y los servicios telefónicos registraban continuas interrupciones.
Lo que sí funciona es la televisión del estado y a través de ella el jefe de la junta militar, Abdelfatah Burhan, llamaba a un diálogo "con todas las fuerzas políticas".
La oferta de diálogo, que ha recibido el beneplácito de Arabia Saudí, fue acogida con frialdad por la oposición, que ha perdido la confianza en las autoridades de Jartum tras los acontecimientos sangrientos de los últimos días.
"Abrimos nuestras manos blancas al diálogo con todas las fuerzas políticas en el país en interés de Sudán", afirmó el presidente de la junta veinticuatro horas después de romper todos los pactos firmados con la oposición en las últimas semanas y anunciar una transición a la carta para los militares de nueve meses hasta establecer un Gobierno civil.
La oposición no ha respondido de forma directa a la invitación de Burhan, pero la Asociación de Profesionales, grupo que ha liderado las protestas, dejó claro que no desea sentarse a la mesa con Burhan o con su vicepresidente, Mohamed Hamdi Daqlo, conocido como "Hamditi".
"Está claro que la permanencia en el Gobierno del comité de seguridad del régimen de Al Bashir, liderado por Burhan y Hamditi, corta el camino entre el pueblo sudanés y su sueño deseado y es evidente que este comité es un obstáculo para un Estado civil", consideró el grupo en un comunicado.
Un miembro de la Asociación, Jaled Omar Yusef, dijo a Efe que los opositores no hablarán con una junta militar que "tiene las manos manchadas de sangre".
A pesar de la oferta de diálogo, el vicepresidente Daqlo dejó entrever que el Ejército no va a ceder la batuta del país, al recalcar hoy que los militares son la única "garantía" hasta la celebración de elecciones.
La oposición ha venido demandando una transición larga e incluso se había acordado un periodo de tres años para acometer una serie de reformas políticas y económicas para lograr la estabilidad y sentar las bases de un Estado democrático.
Los esfuerzos negociadores se hicieron trizas después del asalto a la acampada opositora, punto neurálgico en la revolución que llevó al derrocamiento de Omar al Bashir el pasado 11 de abril.