Argentina se posiciona para renegociar deuda a contrarreloj
Buenos Aires |
Con el espaldarazo del Fondo Monetario Internacional (FMI) que declaró a la deuda argentina insostenible, el gobierno de Alberto Fernández buscará renegociar con sus acreedores privados. Pero la tensión aumenta ante la incertidumbre de lograr quitas de capital en corto plazo.
Desde que asumió la Presidencia en diciembre, Fernández (centroizquierda) pregona que su país, en recesión desde mediados de 2018, no puede pagar la deuda si su economía no crece primero.
Entre acreedores crispados que no ceden ni un ápice y fuertes vencimientos en puerta para finales de marzo, el FMI se puso del lado del gobierno argentino al señalar que la deuda "no es sostenible", tras una misión al país sudamericano que terminó el miércoles.
"Nos acusaban de populistas, de irresponsables, pero resulta que hoy nos despertamos todos con que el que nos dio la razón es el FMI", celebró Fernández ayer, en un acto público.
Argentina, que en 2001 declaró el cese de pagos por 100.000 millones de dólares, lucha por alejarse del default.
Y el FMI también se esfuerza para que se evite ese escenario.
"Creo que tenemos una buena oportunidad de negociar algo razonable porque el FMI tiene interés en evitar un default", dijo ayer Héctor Torres, exrepresentante de Argentina ante el organismo multilateral, a una radio local.
Argentina tiene una deuda total de 311.251 millones de dólares, equivalente a más de 90 por ciento de su PIB. De ese monto, lo que busca refinanciar son acreencias con bonistas privados por 121.979 millones de dólares (35,9% del PIB), y con organismos multilaterales por 72.679 millones (21,4% del PIB).
La postura del FMI "no es alentadora para la economía argentina pero sí para la negociación. Es un espaldarazo para el gobierno", estimó Matías Rajnerman, economista jefe de la consultora Ecolatina.
"El FMI obviamente es una voz autorizada en el mercado financiero, y que diga que la deuda no es sostenible podría flexibilizar la posición de los acreedores privados", explicó.
Argentina arrastra una inflación anual de más de 50 por ciento, una fuerte depreciación monetaria y un aumento de la pobreza a casi 40 por ciento.
Para el FMI, Argentina "requiere de una operación de deuda definitiva, que genere una contribución apreciable de los acreedores privados", en referencia a quitas de capital, rebaja de intereses y aplazamientos de pagos.
Esta postura "elimina cualquier duda de que los acreedores privados tendrán que aguantar grandes recortes", estimó la consultora Capital Economics, que auguró "prolongadas pugnas" con bonistas reacios a ceder.
Claudio Loser, exdirectivo del FMI, estima que por el momento "no hay forma de saber el monto de la quita" que podría estar sobre la mesa, pero piensa que puede ser de 30 por ciento del capital.
Sin embargo, advierte que la posición del FMI solo surtirá efecto si el propio organismo pacta un nuevo programa con Argentina. "Si no, los acreedores no tienen a qué atenerse, porque no hay plan claro", enfatizó.
El FMI "prestará más dinero a Argentina para pagar el viejo préstamo, extendiendo los vencimientos de las obligaciones", prevé Capital Economics.
Argentina suspendió su relación con el FMI en 2006, cuando el entonces presidente Néstor Kirchner, cuyo jefe de gabinete era Fernández, canceló 9.600 millones de dólares que el país adeudaba al organismo.
Durante la Presidencia del liberal Mauricio Macri (2015-2019), la relación retomó y en 2018 Argentina suscribió un acuerdo stand by por 57.000 millones de dólares. Fueron entregados 44.000 millones, pero Fernández renunció a los tramos pendientes.