Notre Dame resurge de las cenizas: reabre tras cinco años del incendio
Cinco años después del devastador incendio que arrasó gran parte de su estructura en abril de 2019, la catedral de Notre Dame vuelve a erigirse como un emblema espiritual y cultural de París. Ayer, el arzobispo de París, Laurent Ulrich, lideró una solemne ceremonia de reapertura, cargada de simbolismo y significado histórico.
El acto principal comenzó con el ritual de apertura de las puertas de la catedral. En un gesto lleno de significado, el arzobispo Ulrich golpeó tres veces las puertas del templo con una cruz de madera recuperada de las ruinas del incendio, mientras los coros entonaban el salmo 121: “A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y la tierra”.
Al abrirse las puertas de Notre Dame, las campanas, restauradas tras el siniestro, resonaron por toda la ciudad, marcando el renacimiento de uno de los monumentos más icónicos del mundo. A pesar de las condiciones meteorológicas adversas, la ceremonia se llevó a cabo con puntualidad y solemnidad.
Líderes mundiales
El evento congregó a destacados líderes internacionales y figuras de renombre. Entre los asistentes estuvieron el presidente francés Emmanuel Macron y su esposa Brigitte, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, la primera ministra italiana Giorgia Meloni, y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, junto a la primera dama Jill Biden.
También asistieron figuras como el empresario Elon Musk y miembros de la realeza europea, incluidos el príncipe Guillermo de Gales y los reyes de Bélgica, Felipe y Matilde. En su discurso, Macron destacó la relevancia cultural y simbólica de Notre Dame como un pilar de identidad y esperanza. Posteriormente, cedió el protagonismo al arzobispo Ulrich, quien continuó con los ritos religiosos.
Entre los momentos más emblemáticos de la ceremonia destacaron los detalles simbólicos: la cruz utilizada para abrir las puertas y las vestiduras litúrgicas del arzobispo, diseñadas en colores vivos como verde, rojo, amarillo y azul, que evocaron renovación y esperanza. Además, se dedicó un momento especial al órgano restaurado, considerado uno de los tesoros más preciados de la catedral. Este acto incluyó un llamado a “despertar” el instrumento y devolverle su voz al servicio de la música sacra.
La reapertura de Notre Dame representa la culminación de un arduo proceso de reconstrucción que comenzó inmediatamente tras el incendio. El siniestro destruyó el techo y la icónica aguja de la catedral, movilizando una respuesta internacional sin precedentes. Más de 800 millones de euros en donaciones y el esfuerzo de miles de artesanos devolvieron la grandeza a este monumento del siglo XII, un símbolo de la resiliencia de París y del patrimonio universal.
La reapertura de Notre Dame no solo celebra la restauración de un hito arquitectónico, sino también su papel como espacio espiritual y cultural para millones de personas. Este momento une generaciones y naciones, reforzando el poder del patrimonio cultural como puente entre culturas y tiempos.