Cuando el dedo del sabio…
Tendrá que preguntarse el Gobierno por qué en un país como Bolivia, de relativa convivencia pacífica, en los últimos años, la violencia y la inseguridad ciudadana se han acentuado. Cada dos por tres la Policía realiza levantamientos de cadáveres y una de las primeras hipótesis es el “ajuste de cuentas”
Se atribuye a Confucio la expresión “Cuando el dedo del sabio señala la luna, el necio se queda mirando el dedo”. Bien podría aplicarse esta irónica idea al actual impasse entre el Gobierno y la Iglesia Católica por el tema de la carta pastoral de los obispos sobre el narcotráfico y la drogadicción en el país: los obispos han señalado la luna y las autoridades de Estado se han quedado mirando el dedo.
Al Gobierno le ha interesado más preocuparse por su imagen (maltrecha, por cierto, por el resultado del referendo y por los últimos señalamientos de corrupción) que por la realidad del narcotráfico que vive el país en su conjunto. Las autoridades han preferido rasgarse las vestiduras que leer dicha carta con mente abierta.
No tiene sentido ya pedir nombres o casos en los que el Estado ha sido salpicado por el narcotráfico. Las publicaciones de prensa lo reflejan suficientemente. Sin embargo, es mucho más importante fijarse en las llamadas de atención de los obispos sobre la penetración del narcotráfico en las familias y en ciertos “territorios” a los que el ciudadano común no puede ingresar y donde el narcotráfico campea y el Estado brilla por su ausencia.
Colombia y México empezaron así, con pequeñas zonas al margen de la ley y que luego fueron creciendo hasta convertirse en verdaderos feudos de narcos y delincuentes, donde, para que las autoridades pudiesen hacer cumplir la ley, necesitaban de grandes operativos, con cientos de militares y policías para hacer frente a una creciente fuerza de la delincuencia organizada.
Tendrá que preguntarse el Gobierno por qué en un país como Bolivia, de relativa convivencia pacífica, en los últimos años, la violencia y la inseguridad ciudadana se han acentuado. Cada dos por tres la Policía realiza levantamientos de cadáveres y una de las primeras hipótesis es el “ajuste de cuentas” ¿No está por detrás el narcotráfico? ¿No es una realidad el creciente microtráfico de drogas en los colegios?
Sobra también decir que es sintomático que en ciertas regiones en las que la pobreza y la notoria falta de productividad económica, en poco tiempo aparezcan autos, motos y otras propiedades ¿Es ilícito pensar en el narcotráfico?
De esto tendría que preocuparse el Gobierno más que en mirar solamente el dedo del sabio.
El autor es pedagogo.
Columnas de ADRIÁN CONTI PÉREZ