Los no-papeles bolivianos
La revelación de una partecita de los once millones de documentos custodiados por una firma panameña ha provocado un terremoto mediático y político de proporciones planetarias, donde se entreveran los falsos socialistas, los muy capitalistas, los jeques y los futbolistas, los judíos y los católicos, los ingleses y los sudafricanos.
Es una prueba más que el mundo ya no se divide por las imaginarias líneas de puntos y rayas y las fronteras ya no atajan a los nuevos invasores montados en diminutos teclados, jinetes de fibras invisibles para los ojos humanos. El impacto en la historia del periodismo será materia de muchos análisis.
La creación de iniciativas privadas en otro país o el envío de ahorros a bancos que ofrecen mejores opciones no es ilegal en el sistema capitalista. Cualquier individuo puede escoger legítimamente dónde colocar su dinero para que le rinda más. También un profesional quiere proteger el fruto de su trabajo, como sucede en Venezuela donde miles de ciudadanos exportan sus finanzas. Por ello es importante no meter a todos en una bolsa de escarnio sólo porque tienen acciones y bonos en Miami o en Panamá.
Se dice que hay 95 bolivianos anotados en la firma itsmeña; al parecer de poca monta y por tanto ninguno de los 100 periodistas investigadores publicó sus nombres. En su momento se sabrá quiénes son y habrá que analizar caso por caso con prudencia.
En este pequeño espacio sólo queda comentar lo que podríamos llamar el “informe sombra” de los Panamá papers y son los Bolivia no-papers. Bolivianos que no se van al extranjero en busca de paraísos fiscales porque esa protección la tienen muy cerca. Personas, grupos corporativos, empresas que evitan pagar impuestos, declarar sus bienes y rentas, el origen y destino de sus ganancias y carecen de registros en el Servicio de Impuestos o en la Contraloría y menos en la UIF.
¿Quiénes son los que eluden pagar impuestos y quiénes obtienen ganancias en actividades que bordean lo ilegal? Están cocaleros del Chapare cochabambino. Ellos no necesitan una empresa offshore en las Islas Vírgenes o una sociedad anónima en Bahamas. Para qué, si acá no necesitan esconder su acumulación capitalista.
Su competencia son los loteadores disfrazados de falsos pobres que negocian terrenos ajenos sin pagar un peso. Siguen los cooperativistas, sobre todo aquellos que asaltan minas preparadas por empresas legales para quedarse con el usufructo. Es más, Bolivia parece un paraíso también para empresas chinas y el Ministro de Trabajo no saldrá en marcha para pedir que cumplan las leyes sociales nacionales, aprobadas en tiempos neoliberales.
La autora es periodista.
Columnas de LUPE CAJÍAS