(Im) posibles futuros de la universidad
Hoy la universidad pública asiste a su propio ocaso, la hieren de muerte aquellos que dicen defenderla, la empujan al abismo con las “mejores” y oscuras intenciones, se agarran de la autonomía para proteger sus intereses corporativos. ¿En qué momento se había jodido la universidad? En el mismo momento en que la politiquería fue más importante que la academia, en el mismo instante que el clientelismo político pesó más que la meritocracia.
¿Qué está pasando en San Simón? Ante los intentos de instaurar el consejo universitario y la fallida convocatoria a elecciones para rector, otra vez se manifiestan distintos frentes con nombres rimbombantes, como: “Reforma”, “Cambiemos”, “Integridad universitaria”, “Autonomía y Cogobierno”, “Refundación universitaria”, entre otros, que son simples juegos de palabras vacíos de contenidos. La mayoría de los candidatos de estos frentes ya fueron autoridades ¿pero que hicieron en sus gestiones? Nada, no hicieron nada, más bien empujaron a profundizar esta crisis, de la que ahora se lavan las manos y prometen transformarla. Lo mismo podemos decir de los dirigentes estudiantiles.
La cultura política universitaria está atravesada por el corporativismo estamental, más que por debates sobre la misión de la universidad o sobre su rol en los cambios y el desarrollo del país. La lucha por el poder ha permeado y fragmentado los principios básicos de la universidad y la convicción de sus sujetos. Mientras los estudiantes se hacen a los que estudian y los docentes se hacen a los que enseñan, la situación no va a cambiar. Un buen número de docentes titulares habla sobre el cambio y transformación necesaria, pero sin acciones, sus discursos los hacen desde sus cómodas posiciones de inamovibles, esté bien o mal la universidad ellos seguirán percibiendo sueldos y beneficios sociales. Los docentes extraordinarios, en un número importante, se suman a algún frente sólo para preservar sus fuentes laborales. Son contados los docentes, sean estos titulares o extraordinarios, que se aventuran a organizar grupos o a manifestarse en contra de la situación actual y de las autoridades, proponiendo soluciones a la crisis, pero que no son tomados en cuenta por una amplia población universitaria y docente, porque no entran al juego de la guerra sucia, las acusaciones y las calumnias.
La autonomía universitaria debe ser defendida, como lo describió adecuadamente Luis Tapia, en tanto esté amenazada la libertad intelectual, la producción de conocimientos, la discusión y el pluralismo teórico, el autogobierno, más allá de la gestión de los recursos económicos, que deben ser administrados responsablemente.
¿Qué hacer para romper los candados del corporativismo y los intereses de los grupos de poder? Ya lo dijo un reconocido economista Roberto Laserna: movilizar a la mayoría silenciosa de estudiantes y docentes, mostrando la situación crítica de la universidad y trabajar una propuesta poderosamente atractiva. Las propuestas se sumarán en la medida que se vaya ampliando esta discusión.
El autor es sociólogo y miembro del EPRI.
Columnas de EFRAÍN GÓMEZ LARA