Martha Urquidi Anaya
“Ayer, a medio día, 21 de febrero 2012, doña Martha Urquidi Anaya partió en circunstancias propicias pues de acuerdo al calendario lunar era Shiva Ratri, ella dejó su cuerpo en paz y ya estará naciendo en alguna circunstancia favorable para su viaje hasta al amor divino; deja su cuerpo para tomar otro nuevo” Así escribía Reynaldo Cuadros con religiosidad pura y sentimiento familiar.
Han pasado cinco años de ese evento fatal que privó a Cochabamba y a la patria de una voz selecta en vibraciones espirituales y elevada cultura. Muy pocos varones alcanzaron su tesitura intelectual y moral; ella sí tenía valores profundos para criticar, educar, dirigir y señalar caminos rectos a gobernantes y a gobernados. Enemiga de las tiranías militares; de los pseudo-socialistas del MNR, MIR, PC, a quienes criticó acremente; a los privatizadores últimos no les concedió tregua, sobre todo a Sánchez de Lozada con sus falencias políticas y económicas. Guardó enorme ilusión con el programa del régimen actual, y alguna vez cuestionó la intolerancia percibida en mi fiscalización parlamentaria cuando confrontaba la honestidad decantada en oratoria de doble moral.
Jamás mostró debilidad en sus certezas ideológicas; el enemigo era el enemigo a quien se debía derrotar; al amigo, lealtad pura y sobre todo amor. Martha fue un modelo de civismo, de vida cultural, de integridad y de acendrado patriotismo.
Innumerables instituciones culturales se engalanaron con sus pensamientos de fuego y publicados en múltiples medios. Tres libros de “Análisis cultural” de la Sociedad de Geografía, Historia y Estudios Geopolíticos, dieron culminación satisfactoria a sus emprendimientos.
Como Primera Presidenta del Consejo de Cultura de Cochabamba expresó: “No somos insensibles a todo lo que está ocurriendo en nuestro país; siempre nos duele nuestro pueblo convulsionado, dividido en bandos en pugna, nos duele la falta de acuerdo y comprensión, nos duele que no se encuentren soluciones justas y equilibradas, para todos.
Creemos que las leyes fueron ideadas para colmar aspiraciones y buscar la felicidad de todo el pueblo. Los representantes del pueblo deben volver una y otra vez a la fuente de donde emana su origen y su mandato porque la última instancia es siempre el pueblo mismo.
Como gentes de artes y de letras, debemos recordar que representamos el sustrato esencial y permanente del pueblo, el que expresa la verdadera identidad nacional y que no morirá sino cuando los hombres dejen de soñar y crear belleza y de amar los valores permanentes que conforman la verdadera naturaleza del hombre.
Estamos aquí para expresar como escritores y artistas que creemos aun en los ideales de justicia y de libertad, y en las utopías; que un pueblo sin artistas, sin intelectuales y sin aspiraciones de una convivencia más digna, no merece sobrevivir. Nuestra misión es mantener viva la llama del arte y de la cultura que glorifica la existencia humana”
Esos fueron algunos pensamientos de nuestra entrañable escritora, crítica de arte, promotora de la cultura y benefactora irreemplazable. Su vida se sublimó en la verdad, el amor a la patria y la humanidad. Bendita en su evocación cuando se cumple el quinquenio de su ausencia.
El autor es miembro de la Sociedad de Geografía, Historia y Estudios Geopolíticos Cochabamba.
Columnas de GASTÓN CORNEJO