Guerra total
No está bien que el siglo XXI se haya iniciado sin que haya una gran guerra, así que, a modo de dar malos consejos, el Centro de Estudios Estratégicos y de Ciencia Ocultas propone una.
En febrero de 1942 se celebró la conferencia de Casablanca, en Marruecos, a la que asistieron Roosevelt, Churchill, Chiang Kai-Shek, De Gaulle y algún don nadie general francés al gusto del Gobierno de Estados Unidos. Unilateralmente Roosevelt dijo a la prensa que en la guerra en curso sólo aceptaría la rendición incondicional de la Alemania nazi, lo que Churchill respaldó. El Gobierno soviético, cargando con el peso de la guerra, se mostró cauteloso. De hecho en marzo de 1943 el ministro de relaciones exteriores soviético, Molotov, aterrizó tras las líneas de combate y se entrevistó con Ribbentrop, ministro de Exteriores alemán. La propuesta fue suspender la guerra a cambio de una retirada del Ejército alemán del territorio soviético. Como de esta conferencia no se habla, no se sabe cuál fue la extensión de la propuesta concreta soviética, que bien pudo haber sido que el Ejército alemán se retirase de Polonia y de Checoslovaquia; no sabemos. El hecho fue que no se aceptó la propuesta soviética y la guerra continuó. Meses más tarde, en la conferencia en Teherán de los tres grandes, Roosevelt, Churchill y Stalin, el Gobierno soviético se plegó a eso de la rendición incondicional del Eje. Y así fue.
Ahora es tiempo de que la humanidad declare guerra sin cuartel al wahabismo o salafismo, destructor del islam y enemigo de la civilización. A continuación el plan de guerra. Además de continuar y extender los ataques contra el Estado Islámico y Al-Qaeda, lo principal: declarar la guerra a Arabia Saudita. Pero aun siendo una guerra total, no tiene porqué ser violenta, sino económica, prohibiéndose la venta y exportación de petróleo saudita. Los barcos con este petróleo deben ser decomisados y los países que hagan de intermediarios deben ser tratados como enemigos. Se debe decomisar todos los dineros, acciones e intereses de súbditos sauditas en el extranjero, así como se debe internar en campos de prisioneros a los príncipes sauditas, sus parientes y sus secuaces. Se debe prohibir la prédica del salafismo y wahabismo en todos los países, y de paso metiendo en campos de prisioneros a sus predicadores. También se tiene que decomisar todos los dineros y activos de estas denominaciones religiosas.
Esta guerra económica debe acompañarse de un bloqueo naval y aéreo. Es buen ejercicio militar y bonita forma de hacer la guerra. No tiene que entrar ni salir mercancía de Arabia Saudita. Si hambrean, buen motivo para que se rindan. Y la guerra debe proseguir hasta la rendición incondicional de Arabia Saudita. Luego habrá ocupación militar y un juicio equivalente al de Nuremberg, con horca y cárcel para los jerarcas sauditas y también para los líderes religiosos wahabitas. De paso en esta guerra hay que ensoquillar a Israel, pero este artículo no da para tanto plan de guerra.
No creo que se haga tal cosa. Pues bien, que Estados Unidos siga su lenta pero firme decadencia. En un mundo podrido ya surgirán nuevas alineaciones políticas. Por otra parte, nos atenemos al principio de que en proponer no hay engaño.
El autor es escritor.
Columnas de BERNARDO ELLEFSEN