Hacia la alada libertad
Sayali sale de su jaula. Extiende las alas y ensaya pasitos cortos. Se escucha el clic de las cámaras fotográficas. Está tan inseguro que un tanto que se resbala. Parece tener miedo. Luego de una interminable espera, Sayali se percata de que es el señor de los cielos, el ave viviente más grande sobre la tierra, y ¡emprende el vuelo! Todos aplauden. Se trata de un cóndor peruano rescatado moribundo a causa de un envenenamiento. Lo enviaron a Argentina para su restablecimiento. Retornó y fue liberado en cumbres de Puno.
La liberación de cóndores también es un programa puesto en marcha en Argentina, principalmente en Salta. No se trata de acciones de buena voluntad, sino de un proyecto a cargo de especialistas que intenta salvar al cóndor de la extinción en toda Sudamérica. Cuentan con centros de rehabilitación, para llevar ahí a cóndores envenenados, apaleados, disparados con perdigones, con las alas quebradas. Incluso, reciben cóndores del exterior, como el caso de Sayali. Procuran establecer el mínimo contacto con los cóndores, para evitar que se habitúen a la presencia humana.
Después de recuperar su salud, son introducidos en jaulas con otros cóndores, para que no pierdan sus buenos modales, de respeto a la jerarquía, etc. Una vez listos para ser reintroducidos, les colocan chip rastreadores satelitales. Los especialistas ubican lugares exactos para proceder a la liberación. En medio de una solemne ceremonia, con q’oa de por medio (con participación de especialistas y población), se abre la jaula. Los presentes contienen la respiración y el ave emprende el viaje hacia la libertad.
Así fue liberado Luracatao, que había sido herido con perdigones y encontrado agonizante. En la semana anterior a la liberación, el Ministerio de Ambiente organizó una campaña intensa en las escuelas de la zona. En el momento de su vuelo, todo el pueblo entero acudió a verlo y todos estallaron de alegría al verlo alzar el vuelo y perderse en el horizonte.
Ecuador no se queda atrás, porque, o salvaba al cóndor de la extinción o lo retiraba de su escudo nacional. Optó por la primera opción. Desde el Ministerio del Ambiente, han rescatado y liberado más de cien cóndores. Luego de un largo proceso de liberación, les colocan bandas alares, rastreadores satelitales. Los monitorean por medio de equipos de GPS y radios de comunicación, binoculares y telescopios. Lo principal, es que sensibilizan a las comunidades andinas, para hacerlas aliadas para la protección de los cóndores.
Chile, desde luego, no podía ser la excepción. Su personaje más emblemático es Condorito. Sus equipos de especialistas han logrado liberar con éxito cóndores nacidos en cautiverio y cuentan con programas financiados por organismos internacionales.
¿Qué tal vamos en nuestro país? Recordemos que el cóndor también figura en nuestro escudo. Que se sepa, no hay ninguna acción de protección de esta hermosa ave. Las comunidades indígenas, por desconocimiento, procuran exterminarlos por envenenamiento y otros procedimientos.
Los animalistas bolivianos están en otra cosa. Por ejemplo, están en campaña intensa para salvar de la eutanasia a un perro que mordió a un niño. Se ha desatado una ola nacional de solidaridad y de indignación por las redes. Una ola de solidaridad para con el perro y un vendaval de indignación en contra del niño.
Mientras, se extinguen los cóndores, los jukumaris, las parabas de cabeza roja, de cabeza amarilla, los quirquinchos. No hay para ellos 18 abogados. Ni Ministerio de Ambiente ni nada. Lo que hay son activistas de buena voluntad, veterinarios benefactores. No es suficiente.
La autora es comunicadora social
Columnas de SONIA CASTRO ESCALANTE