Doble Moral(es)
“Qué doble moral de Brennan: toma acciones de conspiración y ahora pide reunión. No somos de esa cultura” ha tuiteado Evo en alusión al Encargado de Negocios saliente de los EEUU tras solicitud formal para reunirse y despedirse del primer mandatario y el Canciller Huanacuni. No sorprende que la solicitud del “representante imperial” haya sido desestimada tras cuestionarse las reuniones protocolares con autoridades electas y personalidades opositoras a su gobierno y a la pretensión de permanecer en el poder. Tampoco, que haya derivado en el torpe intento de restringir el accionar del cuerpo diplomático dando señales inadecuadas a otros países amigos, cuyo costo político no parece aquilatarse ni interesar al núcleo de poder gubernamental.
La ligera y frecuente referencia discursiva a la Doble Moral y la Conspiración en alusión a sus adversarios reales o imaginarios, obliga a precisar el significado de estos conceptos. La doble moral se produce cuando una persona se comporta de dos maneras distintas respecto a una misma situación, derivando en injusticia, la violación los principios de igualdad e imparcialidad y la incapacidad de tomar en cuenta su propio comportamiento dual.
Según la enciclopedia jurídica la conspiración existe cuando dos o más personas concretan para la ejecución de un delito y resuelven ejecutarlo. Desde la perspectiva política la conspiración abarca a un conjunto de actos llevados a cabo por distintos individuos para vencer debilitar o socavar el poder del líder al margen de los mecanismos democráticos establecidos.
Dicho esto, sospecho que Su Excelencia tiene un mapa conceptual subjetivo cargado de una buena dosis de desinformación, ideologización y miedos anclados en su pasada experiencia personal como líder sindical anti sistema que termina desdibujando su accionar como jefe de Estado. Deformación preocupante asociada a la idea de que la separación e independencia de poderes y de la justicia es creación e instrumento de dominación del imperio. Y a la idea de que el Pacto de San José, sobre derechos humanos sostiene que éste privilegia el “derecho de los gobernantes para perpetuar y concentrar aún más poder” siendo este el argumento central a favor de la propuesta de reelección indefinida.
Bajo esta lógica, Evo Morales resultaría ser el abanderado de la Doble Moral en Bolivia. No trata igualitariamente a representantes diplomáticos de Cuba, Venezuela, Rusia, China e Irán. No se cuestiona la simpatía mutua hacia estos países con claras políticas expansionistas también imperiales, lo que se observa en la falta de transparencia de su accionar en el territorio nacional. La doble moral de la nueva elite gobernante va de la mano del doble discurso en torno a la defensa de madre tierra dentro y fuera del país, a la legalización de hoja de coca en el Chapare, al intercambio económico de combustibles con Chile, a una “nacionalización” que disfraza un invariable trato hacia las transnacionales respecto al pasado con base a la devolución de gastos recuperables, entre otros temas.
En el ámbito de la justicia, se proclama la instalación de una justicia reparadora mientras persiste la actitud inquisitorial y criminalizadora del ejercicio de profesiones libres, presume la culpabilidad y practica la detención preventiva como norma y no como recurso excepcional. Las cifras así lo confirman.
Los efectos perversos de la sui generis y personalísima manera de ver la realidad y a sus adversarios son contrarios al principio de igualdad clave en toda convivencia democrática. A Evo Morales le resulta difícil si no imposible “tratar a los demás como quisiera ser tratado”. Su bipolaridad se asocia a la idea de doble moral basada en el aforismo latino "Quod licet Iovi, non licet bovi" que significa 'Lo que es lícito para Júpiter no es lícito para todos'. En otras palabras, bajo esta y otras premisas se legitiman privilegios a favor de circunstanciales élites en el poder político, y de su líder terrenal erróneamente visualizado y entronizado en mismísimo, pero inexistente reino del Olimpo.
La autora es psicóloga, cientista política, ex parlamentaria
Columnas de ERIKA BROCKMANN QUIROGA