Aprendizajes del conflicto médico
Nuestros cognitarios de blanco se anotaron una nueva victoria pese a que a varios aún les cueste creerlo. El propio Presidente del Estado se vio obligado a anunciar la iniciativa legislativa, del Órgano Ejecutivo, para la derogatoria de los artículos 137 y 205, a la par de la revisión de contenidos de los artículos 293 y 294 del Código del Sistema Penal.
A la publicación y lectura de esta nota mínimamente se habrá realizado la sesión de la comisión de la Asamblea Legislativa para materializar tales concesiones gubernamentales, y evitar con ello un mayor costo político para el Gobierno, ante más de 40 días de paro de los profesionales de salud y a la amenaza e inicio de movilización de otros sectores sociales.
Es la tercera victoria del sector y aún ninguna derrota general. En esta década de “proceso de cambio” ningún otro sector tuvo tanto éxito. Evitaron que se les imponga ocho horas de trabajo con un salario de seis, lograron la destitución de un gerente general de la Caja de Salud que sin el perfil requerido fue nombrado por el mismo Presidente y, hoy no sólo ponen fin al artículo 205, sino que hacen viable desgranar otros artículos de un código mal elaborado.
No se trata de un hecho fortuito. Hay elementos de este sector de la clase media que deben ser estudiados, así como su peculiar organización en colegios, sociedades científicas, sindicatos y federaciones. Se trata de una clase media vinculada a una relación laboral asalariada que combina con labores por cuenta propia. No venden su “mano de obra” a cambio del salario como los proletarios, lo hacen vendiendo su sapiencia, su conocimiento a cambio del salario; y de ahí que sean esos cognitarios de los que habla Alvin Toffler, propios de las sociedades postindustriales de este nuevo milenio.
Tienen claridad sobre sus derechos laborales y las condiciones dignas de trabajo que se merecen, por tanto, ante cada política de gobierno para con el sector salud, rápidamente se ubican respecto a lo que ganan y lo que pierden, y tienen perseverancia para defender lo suyo.
Están tan extendidos en el territorio nacional que pueden bloquear el puente fronterizo con Brasil en Cobija, como cerca a la Argentina en Tupiza. Tienen nexos con los jóvenes a través de estar vinculados a la cátedra universitaria. Dicen que manipulan a estos últimos, pero me llevé una sorpresa cuando pretendí felicitar a un grupo de universitarios por ser solidarios con sus docentes, su respuesta fue categórica: “Estamos luchando por nuestro futuro”.
Sus niveles de toma de decisiones en situación de conflicto social es bastante horizontal, no prima en ellos la limitante de la “disciplina sindical” con la cual otros gremios hacen de sus dirigentes los caudillos que someten y sofocan a su bases. Nuestros cognitarios de blanco, en su base social casi siempre suelen sobreponerse a sus dirigencias, suelen responder más a sus propias convicciones y legítimos intereses, antes que a algún caudillo sectorial.
Sus convicciones y prácticas democráticas en esas circunstancias hacen que no surta efecto ningún intento gubernamental de cooptar a sus dirigencias. A la hora de resolver un conflicto generalizado del sector, el Gobierno debe aprender a ceder a las peticiones justas que han internalizado las bases, porque sólo resolver con su dirigencia no supera el conflicto.
La gestión política de este siglo no puede pasar por alto a nuestros cognitarios de blanco. Pero el Gobierno no sólo que erró al subestimarlos; sino que su pretensión de someterlos, destruir su alma “khara” en palabras del Vicepresidente, contribuyó mas bien a unirlos y a que asuman un rol que hacia futuro habrá de aportar mucho en la lucha social del pueblo boliviano.
Nuestros cognitarios de blanco han sabido aprender y templar su espíritu al fragor de sus propias batallas. Los desafíos futuros para nuestros cognitarios de blanco son muy grandes pero es altamente factible pensar que estarán a la altura de ellos.
El autor es abogado y exdirigente obrero
Columnas de GONZALO RODRÍGUEZ AMURRIO