Cochabamba se pronunció
Cochabamba se paralizó ayer, y lo hizo, según recuerdan los mayores, como no lo había hecho antes en la historia contemporánea, porque, además, en clave positiva expresó un profundo sentimiento de frustración y molestia, sin agresiones (con excepciones que siempre hay) y terminó la jornada mostrando haber recuperado un positivo sentimiento de autoafirmación.
Por su parte, autoridades del Gobierno y dirigentes del MAS insisten en tratar de minimizar la fuerza de la jornada de ayer. Peor para ellos, porque si son incapaces de sentir el estado de ánimo de la gente (porque no sólo es Cochabamba, es La Paz, es Potosí y es Sucre, por citar, las movilizaciones más contundentes de la pasada semana), significaría que han perdido norte, insensibilizados por el goce del poder puesto al servicio de sus propios intereses.
La gente se ha unido exigiendo dos demandas concretas: abrogar el Código del Sistema Penal y anular la inconstitucional sentencia que habilita al Presidente del Estado para postular nuevamente al cargo.
En el primer caso queda claro que la demanda es elaborar una norma coherente de manera que el articulado responda a los objetivos que le preceden. Es decir, eliminar “los contrabandos” que un grupo de autoridades ha introducido en ese documento con intereses sectarios y de cortísimo plazo, eminentemente autoritarios y dirigidos a legitimar el uso de la justicia como mecanismo de represión política.
Y no estaría demás que el Primer Mandatario, que ha aceptado corregir el código, cambie a sus interlocutores porque la mayoría de los actuales no sólo demuestra un preocupante desconocimiento jurídico, sino una actitud servil que deslegitima la autoridad que ostentan.
En el caso de una nueva postulación del Primer Mandatario las autoridades deberían comprender, a partir del propio Presidente, que la ciudadanía no quiere que vuelva a postular y que hacerlo no sólo que abriría las puertas para que el país avance hacia un estado de anomia, sino destrozar el proyecto político del MAS.
Por el lado de la ciudadanía es de esperar que pueda administrar adecuadamente el éxito alcanzado en Cochabamba y otras ciudades del país. Y ello será posible si logra articular una alianza circunstancial que permita subordinar intereses corporativos a los del bien común.
Esto exige evitar que intereses espurios traten de aprovecharse de esta extraordinaria movilización, estar conscientes de sus límites y apuntalar un proceso crecientemente participativo para alcanzar sus demandas, teniendo como telón de fondo y objetivo la defensa del sistema democrático.