Entre la deforestación y la reforestación
Cerca de un millón de hectáreas fueron deforestadas en Bolivia entre los años 2012 y 2016, de las cuales, según ABT, un 75% fueron deforestadas de forma ilegal y el restante 25% de forma legal. La explotación ilegal de la madera y la expansión de la frontera agrícola son las principales causas de la deforestación en nuestro país. Los riesgos/efectos de esta situación son varios, entre ellos que la Amazonía se convierta en pastizales, la acelerada erosión y desertificación de suelos y los efectos negativos en el cambio del patrón de lluvias y, por tanto, la escasez de agua.
Paralelo a esa realidad se hacen grandes esfuerzos para la reforestación. En la campaña “Mi Árbol” 2015-2016 se lograron plantar 6.801 hectáreas con 6 millones de plantines a nivel nacional. En Cochabamba, cada año se plantan cerca de un millón de plantines para reforestar alrededor de 1.000 hectáreas. Este año el Gobierno se propuso reforestar 10.000 hectáreas con 10 millones de plantines.
Si bien el trabajo de la reforestación es muy valorable y la motivación muy valedera, es notorio que el ritmo de deforestación supera con creces los grandes esfuerzos de reforestación. Los expertos indican que, si se trata de tener árboles y biodiversidad, proteger los suelos y “llamar lluvia” para que no nos falte agua, la mejor estrategia en nuestro país es proteger los bosques existentes.
Una de las razones que sostiene esa afirmación es que la producción de plantines y el cuidado de los árboles plantados son muy costosos y que, con las mismas, no se logra reponer plenamente los bosques y la biodiversidad perdida. Según la Fundación Solón, para cumplir la meta de 4,5 millones de hectáreas reforestadas al 2030 que Bolivia se propuso en el Acuerdo de París, se requerirían 4.500 millones de dólares sólo para la producción de plantines, cifra que equivale a la construcción de cuatro plantas de amoniaco y urea de Bulo Bulo incluyendo su vía férrea.
Por tanto, es mejor proteger los bosques en la Amazonía, trópico y oriente de nuestro país. Los valles, altiplano y chaco también requieren la protección de su biodiversidad a través de áreas protegidas o bien con acciones que promuevan la regeneración de la vegetación nativa. No obstante, en los valles, altiplano y chaco, al ser zonas de clima árido y semiárido, esas acciones no son suficientes, requieren paralelamente la introducción de plantas en lo posible nativas para impulsar su regeneración vegetal escasa. Es así que, en estas zonas, la reforestación y la producción diversificada son estrategias complementarias necesarias.
El reto, por tanto, es encontrar la mejor estrategia según las condiciones de cada zona, construyendo opciones que sean económicamente viables y culturalmente aceptables. Todo eso con el propósito de proteger los bosques y promover la cobertura vegetal para proteger los suelos, biodiversidad y tener más agua.
Entre la deforestación, la reforestación y protección de bosques, el reto es promover la recuperación/mantenimiento de la cobertura vegetal según las condiciones (climáticas y topográficas) de cada zona, con alternativas que sean viables económicamente, culturalmente aceptables y ambientalmente amigables.
La autora es ingeniera agrónoma y antropóloga.
Columnas de ELIZABETH VARGAS SOLÁ