El pseudointelectual
Al tachar de pseudo intelectuales a quienes se oponen al infame proyecto del Bala/Chepete, Álvaro García no hacía más que descubrir su propia condición. Efectivamente, esa categoría a nadie se la podría aplicar mejor, en Bolivia, que al mismo pregonero de fantasías que la empleó. Veamos porqué.
Un intelectual en el buen sentido de la palabra, es decir alguien capaz de dar conferencias, escribir artículos, libros y que no sea un impostor, necesariamente tendrá que saber ciertas cosas, conocer siquiera medianamente algunos autores, valorar la cultura con mayor celo… Álvaro García no cumple ni con esas ni con otras condiciones básicas.
De entrada, podemos volver al funesto delirio de las represas (incluyamos la de Rositas en Valle Grande). Y ocurre lo siguiente: hoy por hoy, ningún intelectual mínimamente responsable, puede ignorarlo todo, así como así, sobre el efecto invernadero, el cambio climático, los urgentes y amenazadores presagios desastrosos, muchos de ellos inminentes, que se ciernen sobre el planeta y la humanidad. La mayor parte causados por el hombre. Pero es justamente lo que García ignora. O no se entera de nada, (¿ni siquiera lee la buena prensa internacional?) o no entiende la gravedad de lo que pasa, o, en el mejor estilo de Trump, le importa un bledo, simplemente, todo lo que no sea monetizar a toda costa lo fantasiosamente monetizable. No nos alargaremos más con los males de las represas y la ignorancia que las sustenta: otras comentaristas ya demuestran apabullantemente que se trata de proyectos delirantes, sin pies ni cabeza. Quedémonos, nada más, con la ceguera de García en un tema cuyo conocimiento, hoy, es una de las primeras responsabilidades de cualquier ser inteligente.
Entre los libros que prácticamente cualquier intelectual que se haya preocupado un poco no puede dejar de conocer, están por ejemplo los de filósofos como Michel Foucault o Giorgio Agamben. Si los hubiera leído, García se hubiera enterado de conceptos como el de biopolítica, o el del hombre-deshechable. Hubiera aprendido, también, de las páginas y prácticas que Foucault dedicó a las cárceles. García mismo se pasó unos años en prisión, por robo a mano armada, y debe ser de los primeros en saber sobre el corrupto infierno que son las cárceles bolivianas. Y, en los más de 10 años que disfruta del poder a manos llenas, ¿movió un solo dedo alguna vez para posibilitar que se enfrente de una vez el patético problema (biopolítico) de las cárceles? Jamás. Pensamientos como el Foucault o el de Agamben, casi no es necesario decirlo, abogan por todas las minorías, se oponen radicalmente a que el hombre sea tratado como menos que nada. Personaje tenebroso, García es de los que se ejercita, en cambio, en la represión y, a la larga, aniquilación de las tribus indígenas amazónicas. Y la aniquilación de miles de animales y de especies. Todos desechables, cambiables por billetes.
Y si de libros o autores se trata, cualquiera que haya estudiado algo de filosofía conoce aceptablemente a Nietzsche. Pero tampoco es el caso de García, aunque lo haga aparecer entre sus pasadas y supuestas lecturas. Pues de haber leído y entendido mínimamente al filósofo alemán, se habría cuidado mucho de convertirse en lo que es ahora: un fervoroso apóstol del Resentimiento –así, con mayúsculas.
Otro campo en el que se interesaría naturalmente cualquier intelectual honesto y de verdad (teniendo además muchísimo poder), es el de la educación. Como todos sabemos, las universidades bolivianas deben estar, seguramente, entre las peores del mundo entero. Y este vicepresidente, de afiebradas pretensiones intelectuales, ¿acaso se interesó alguna vez por facilitar la reflexión sobre la condición de las universidades, o la enseñanza en general? Promover debates, involucrarse, conocer el tema a fondo, apoyar iniciativas, mejorar las bibliotecas, proponer soluciones… Ni soñando.
Un verdadero intelectual, también, generalmente es alguien muy interesado e involucrado en el mundo de la cultura, en cualquiera o todas sus expresiones. Pero, justamente, una característica de este gobierno es el peor desempeño cultural posible. Para ellos el Dakar es cultura. O el Museo de Evo -flagrante muestra de corrupción. Ese es su nivel. El de García incluido.
Para acabar de despachar este asunto, finalmente, recordemos: es por la boca que muere el pez.
En un artículo lírico y reciente, fuertemente influenciado por Corín Tellado y que salió en El Deber, García, muy suelto de cuerpo y creyéndose impune, mete en el baile nada menos que a Kant: “…tu rostro fue el primer fulminante destello que despertó en mí cada uno de los componentes de lo que Kant llama el juicio del gusto estético…” En semejante línea, aparte de hacer el ridículo, García demuestra que no entendió ni entiende una palabra de Kant. De hecho, el juicio de gusto kantiano (que es desinteresado) no tiene “componentes”, además de estar en las antípodas de lo que no es más que un episodio-de-interés a lo Corín Tellado. En otra parte, y peor aún, esta perla: “Unidad de todos en la misma persona, voluntad general, preservación de la unidad (y/o colectivo, según Kant); cada una de estas lecturas…”[
¿De dónde sale ese “colectivo”? ¿De qué Kant? Cualquiera que haya leído mínimamente de o sobre Kant sabe que de ninguno. Eso solamente sale de la cabeza de García. No en vano, y desde un punto de vista clínico, padece de una fuerte mitomanía compulsiva -muy fácil de demostrar apelando a cualquier hemeroteca.
Y sobre Marx, que nuestro personaje se envanece de conocer, ¿tendrá las ideas claras? Después de ver cómo trata a Kant, o escuchar sus declaraciones cotidianas, realmente uno duda de que jamás haya ido más allá de lo expuesto por Martha Harnecker. Es decir García, simplemente, comparte el mismo nivel intelectual que el resto de los miembros de su partido. Como comunitarista confeso que es, eso lo debe hacer muy feliz.
¿De dónde sale ese “colectivo”? ¿De qué Kant? Cualquiera que haya leído mínimamente de o sobre Kant sabe que de ninguno. Eso solamente sale de la cabeza de García. No en vano, y desde un punto de vista clínico, padece de una fuerte mitomanía compulsiva -muy fácil de demostrar apelando a cualquier hemeroteca.
Y sobre Marx, que nuestro personaje se envanece de conocer, ¿tendrá las ideas claras? Después de ver cómo trata a Kant, o escuchar sus declaraciones cotidianas, realmente uno duda de que jamás haya ido más allá de lo expuesto por Martha Harnecker. Es decir García, simplemente, comparte el mismo nivel intelectual que el resto de los miembros de su partido. Como comunitarista confeso que es, eso lo debe hacer muy feliz.
[1] La cita viene del artículo “la miseria conceptual marxista en Álvaro García”.: https://www.bolpress.com/2018/03/17/la-miseria-conceptual-marxista-en-al...
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.