Persiste la desnutrición infantil en Bolivia
En Bolivia felizmente no hay hambre masiva; se tiene comida para todos o casi todos; el problema radica en que no se sabe comer bien. Abundan en la dieta nacional porciones de arroz, papa, tunta, chuño, yuca, pan, maíz, fideos, etc. Se consumen enormes dosis de carbohidratos en desmedro de proteínas vía carnes, pescados, frijoles, quinua, leche, huevos y quesos. Tampoco se consumen en abundancia legumbres, frutas y vegetales. El resultado: un desequilibrio global del proceso alimentario de la población. Una cosa es “llenarse” y otra el nutrirse; lamentablemente lo primero sucede en Bolivia. Distintos resultados pueden obtenerse mediante la ingesta de una dieta apropiada que alimente y fortalezca. Las malas dietas las vemos hasta en los desayunos escolares y aunque presuman de ser equilibrados no lo son. Con el fin de abaratar costos -en lugar de proporcionarles a los niños huevos, quesos, leche y otras fuentes proteicas- se los hace engullir galletas y jugos saborizados llenos de azúcar; poco o nada de nutrición efectiva.
Si bien se avanzó mucho, Bolivia sigue aún por debajo de niveles aceptables en materia de nutrición infantil, particularmente desde el nacimiento hasta los cinco años de edad. Esa es una etapa básica de alimentación en la vida del ser humano, en donde de ser buena la nutrición y proseguir luego bajo márgenes razonables, con el tiempo tendremos una persona adulta en óptimas condiciones generales. De fallar el factor nutricional en esos primeros años de vida surgirán disminuciones irreparables de tipo físico o mental. Aunque luego el niño pase a tener una excelente alimentación, parte de sus funciones estará limitada para siempre por la falta de una dieta equilibrada en sus primeros años. Es por eso que resulta tan importante la nutrición con leche materna primero y luego mediante porciones alimentarias de niveles nutricionales adecuados.
Aún con el progreso obtenido hasta ahora, los índices bolivianos en materia de nutrición infantil siguen bajos: alrededor de un 20 a 25% de niños recién nacidos no recibirán una alimentación adecuada hasta sus cinco años. Eso implica que casi la cuarta parte de nuestros ciudadanos (as) del futuro tendrá graves limitaciones debido a la mala alimentación de su primer etapa de existencia. El grave asunto de la mala alimentación infantil repercute a futuro sobre el propio desarrollo humano del país.
Chile ya alcanzó el nivel de desnutrición más bajo en América Latina, merecido fruto de un trabajo sostenido durante más de dos décadas. El modelo de este éxito –ideado por el médico Fernando Mönckeberg– ha sido replicado en otros lugares tanto en la prevención como en el tratamiento de la desnutrición infantil –silenciosa y siniestra enfermedad– que afortunadamente puede evitarse con una buena continuidad alimentaria, educación familiar y en particular, dedicación por parte del Estado (o de las iniciativas privadas) para impulsar sanas prácticas de salubridad y crianza infantil, acompañadas éstas de una constante e intensiva campaña de educación nutricional.
En nuestra región Guatemala ocupa el peor puesto en materia de desnutrición infantil, seguido por Haití, Nicaragua, Ecuador, Honduras y Bolivia. Los de menor índice son Costa Rica, Trinidad-Tobago, Jamaica, Santa Lucía y Chile, con apenas un 2% de niños desnutridos; más bien su actual problema es la obesidad infantil… Se ha mejorado mucho en Bolivia y pedimos con respeto que se impulse aún más dicha mejoría, no hay que cruzarse de brazos. El porvenir del pueblo boliviano está en juego.
El autor es ex Canciller de Bolivia, Economista y politólogo
www.agustinsaavedraweise.com
Columnas de AGUSTÍN SAAVEDRA WEISE