Acostumbradas al maltrato
“Y tendrás a tus hijos con dolor”, “es normal duele un poco cada mes”, “si quieres ser bella, aguanta las estrellas”, “Tú ahí abajo, siempre has sido un desastre”, “gordita estás, ten cuidado porque no encontrarás marido”, son algunos ejemplos de frases lanzadas, con toda intención, a las mujeres.
Inmemoriales, como la de la Biblia, cotidianas como la menstrual, todas apuntan a que la mujer debe considerar que el maltrato es normal. Tanto así que cuando “le viene” debe dolerle. Y si acusa de mucho dolor es porque en realidad no se trata de su cuerpo, sino que es una mimada buscando llamar la atención.
Entonces estamos frente a una sociedad que considera que el maltrato es normal, e incluso lo justifica cuando viene del propio cuerpo. De ahí que muchos ginecólogos vean a los cuerpos femeninos como un sitio a curar, porque está enfermo, y no como un espacio a tratar.
Ahora bien, ¿cómo es que médicOs curan un espacio que no conocen? O ¿por qué hombres que nunca darán a luz o mantendrán una familia amonestan, desde el púlpito, a las mujeres llamadas de mala moral? E incluso están quienes les piden que aguanten matrimonios desgraciados en nombre de los hijos o los nietos.
Pero no son sólo ellos. No señores. Están las señoras. Las que maltratan a sus pares. Las que hablan mal a espaldas de la otra. Las que serruchan el piso y tienden trampas. Las que hacen correr rumores infundados.
Están también los que, abusando de su poder, no sólo pagan sueldos más bajos a sus subalternas, sino que les dicen cosas inapropiadas, les hacen propuestas indecentes o amenazas veladas, con el afán de llevarlas a la cama.
¿Le parece conocido el panorama? ¿Me puede incluso llegar a dar la razón? Puede ser. Pero… ¿Se animaría a cambiar la situación y salir de este escenario? Tal vez ahí la piense un poco y no se anime. Le pido que no lo haga. Si no seguirá acostumbrándose al mal trato. Y éste debe detenerse. No sólo porque así seremos un mejor conjunto ciudadano, sino, porque evitando esas cotidianas situaciones de maltrato, dejaremos de pensar que el dolor es inevitable, que la gordura es sinónimo de posible abandono (siempre y cuando la susodicha tenga entre sus planes casarse) y que personajes de oscura túnica o blanco mandil puedan decidir sobre el cuerpo de una.
Probablemente suene osado y desenfrenado. Empero, el ascenso del maltrato conduce a la violencia y de ésta hay sólo un paso al feminicidio y esa muerta sumará a una más en los 333 feminicidios registrados en Bolivia, durante el último quinquenio, o lo que es igual un feminicidio cada 56 horas, durante 2018.
La autora es máster en comunicación social y periodista.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER