Cultura viva
Demás está decir que pocos sabemos qué hace actualmente la Oficialía Mayor de Culturas de la ciudad de Cochabamba en torno a la gestión cultural. Atrás quedaron aquellas épocas cuando, por ejemplo, se publicaban los textos ganadores de los premios de cuento, poesía y novela y había actos públicos de entrega como resultado de los concursos anuales organizados por esta entidad. Muchos de los escritores nóveles fuimos promocionados con este tipo de concursos, pero esos tiempos aparentemente son pretéritos.
Sin embargo, colectivos emergentes y otros ya consolidados se organizan y autogestionan espacios alternativos para la difusión de la literatura, espacios vitales donde la multiplicidad de expresiones encuentran su lugar. El mes de junio fue prolífico en encuentros. Uno de ellos fue el evento de Lectura Poética y Performance en la feria de edición alternativa Tinta Quemada, en el Centro Cultural Urquidi, donde escritores de diferentes latitudes del país y fuera de él, compartieron su trabajo literario. Además, este espacio brindó cobertura a diferentes editoriales para exponer libros en formatos diversos y de reciente data. El evento fue organizado por La Libre Editorial y Yerbamala Cartonera.
También y en el mismo mes, el café cultural El Caracol abrió sus puertas para la lectura de poetas como Yamil Escaffi, Patricia Requiz, Rocío Agreda, Norah Zapata, Vilma Tapia, Gustavo Soto, Juan Pablo Salinas y Lourdes Saavedra. El evento fue organizado por la escritora Anahí Amaya Garvizu. No se puede dejar de mencionar el Novecento que promueve regularmente espacios de muestras en cine, discusión literaria y también de creación pictográfica, al igual que La Troje, centro cultural que habitualmente realiza talleres de creación literaria y que en el mes de julio organizará "El Encuentro de Arte Itinerante".
Esta ciudad es prolífica en espacios de encuentro y celebración, en ese sentido las voces emergentes en literatura, pueden encontrar un correlato y colaborar en una cultura de la diversidad, elemento que mantiene viva a nuestra geografía simbólica. Tiene además una vitalidad que se ejerce desde gestores culturales independientes que a puro pulmón trabajan en la apertura de estas zonas de creación y difusión.
Si decimos que en esta ciudad no pasa nada en términos culturales, estamos ignorando este tipo de gestión abierta, hecha de una suma de esfuerzos que se constituyen en una alternativa imprescindible para que Cochabamba mantenga una cultura viva y diversa. Estos caminantes, tanto gestores como creadores, hacen camino al andar y permiten el encuentro de los que ya están y los que vendrán.
La autora es escritora
Columnas de CECILIA ROMERO