“Habla suavemente y carga un gran garrote”
La histórica frase del epígrafe –habla suavemente y carga un gran garrote– se la atribuye al presidente estadounidense Teodoro (“Teddy”) Roosevelt (1858-1919) como una expresión clave de su enfoque pragmático en materia de política exterior, aunque probablemente el origen de la sentencia sea anterior al propio Teddy. Él la usó como un medio de diplomacia resumido así: se pide con cortesía en voz baja; si no se obtiene lo que se solicita, se usa el palo y se acabó el asunto. El garrote obviamente era la fuerza militar, pero previamente se amenazaba sutilmente para forzar el cumplimiento. Con todo su inherente maquiavelismo, la fórmula funcionaba; hoy en día se la utiliza bajo términos más sofisticados, tales como el poder “blando" –persuasión e influencia– y el poder “duro", es decir, amenazas, fuerza directa o sanciones especiales. Desde el punto de vista de las grandes potencias, las cosas no han cambiado mucho a lo largo del tiempo. No en vano el general alemán Karl Haushofer manifestó que había países desventurados que eran yunque (la mayoría) frente a unos pocos países fuertes que fungían de martillos. La fuerza, el poder, la capacidad de imponer voluntad propia y hasta el ser capaz de golpear primero, guste o no, son elementos insoslayables en la dura arena mundial.
Hoy en día, el controvertido y vocinglero presidente estadounidense Donald Trump, ha dado vuelta la vieja fórmula de Teddy Roosevelt, que ahora se la podría escribir de la siguiente manera: =============“amenaza primero con usar el garrote y luego manéjate blandamente”=============. En varias ocasiones Trump ha blandido la vara del poderío global de Estados Unidos en su trato con enemigos y aliados de EE.UU. En su época, el legendario Teddy abogó por una diplomacia en principio persuasiva, aunque respaldada por la fuerza. A la inversa, Trump ha esgrimido primero amenazas y tratos despectivos para luego ser “simpático”, el que “concede” o mitiga tensiones. En otras palabras: el actual mandatario norteamericano muestra el garrote primero y luego adopta una postura blanda. Esto ocurrió nítidamente con Kim Jung, el líder norcoreano. En un principio Trump amenazó públicamente con destruir a su país; agitó el garrote de entrada. Tras el encuentro en Singapur, Trump se deshizo en acarameladas adulaciones a favor de Kim e inclusive suspendió unas operaciones militares en la zona -programadas con mucha antelación- para “agradarlo”. Últimamente, en la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y en su visita tanto a Alemania como Inglaterra, hemos visto situaciones similares. Primero habló fuerte, criticó y amenazó, para luego suavizarse y hasta proferir elogios... Algunos opinan que esta discutible fórmula de Donald por ahora funciona, pero es un hecho que la no menos discutible fórmula usada allá en los albores del Siglo XX por Teddy Roosevelt, aún tiene mucho más historial en el campo práctico de las relaciones internacionales.
El autor es ex Canciller de Bolivia, Economista y politólogo
www.agustinsaavedraweise.com
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