Si no es legal, es clandestino
Argentina, Chile, Brasil, la disputa por la legalización del aborto ha permeado el campo político de varios países de la región recientemente. De los eventos en Argentina, tres aspectos llaman la atención: Uno, la Ley ha propiciado uno de los más profundos debates dada calidad de la argumentación. Dos, siendo las mujeres las principales promotoras del derecho a decidir sobre su embarazo, el debate ha desbordado los escenarios tradicionales y gran parte de la población se ha pronunciado al respecto. Tres, la movilización ha traspasado las fronteras nacionales y las acciones de demanda por el caso argentino se han replicado en muchas ciudades del mundo, proclamándose un internacionalismo feminista.
Argentina ha demostrado madurez democrática y capacidad de discutir de manera libre y responsable sobre un tema que no es adecuadamente tratado en los hogares, colegios o medios masivos. Lo contrario ocurrió en el Parlamento; se presentaron casi 800 exposiciones de especialistas (738 exposiciones en Diputados y 60 en Senadores) en bioética, genética, derecho canónico, teología, estudios bíblicos, derecho constitucional, entre otras. Mientras el argumento moral primó en las posiciones en contra de la legalización, las posiciones a favor se basaron en datos y conocimiento científico.
El voto mayoritario a favor de la legalización en Diputados y el estrecho margen de diferencia en Senadores, pero sobre todo los cambios en lo simbólico, apuntan a que la sociedad ha virado significativamente hacia posiciones más progresistas. En el sentido común está cada vez más presente que la práctica del aborto está entre nosotros y no va a desaparecer por más que se limite este derecho, que las mujeres estamos muriendo por mala praxis en condiciones clandestinas, y que sobrevivir a abortos clandestinos es un privilegio de clase.
Las interacciones entre el movimiento de mujeres a nivel global no son nuevas. Por ejemplo, el argumento de que la mortalidad por abortos mal hechos afecta a mujeres pobres en mayor proporción ha sido enfatizado en Bolivia el año pasado, a propósito de la discusión del Código Penal, y ha sido retomado por Argentina, Chile y Brasil. Lo novedoso son las acciones de calle simultáneas articuladas por las redes sociales para la incidencia política y social. El “pañuelazo” internacional a favor del aborto legal en Argentina se realizó en más de 30 países.
Este movimiento, junto con aquellos contra la violencia de género permiten percibir al feminismo como un movimiento masivo, diverso, plural, que no considera fronteras geopolíticas; sus escenarios ya no solo son las ONG, la academia o las agencias de cooperación, está presente en casi todos los ámbitos de la vida y está tensionando los sentidos en torno a los derechos humanos, la justicia social y la democracia.
La autora es comunicadora
Columnas de CLAUDIA ARCE CUADROS