Doce años… la historia se repite
Cuando se conmemoran los doce años del régimen masista, signados por la corrupción la ineptitud y la arbitrariedad, asoma en nuestra memoria el recuerdo de los doce años de la dominación del MNR (1952-1964), que tuvieron muy parecidas características con efectos devastadores para el país.
Mientras que en el sombrío período de la llamada revolución nacional se implantó el férreo control de todas las instituciones republicanas desconociendo los más elementales principios democráticos, el actual gobierno no hace más que repetir dichos excesos suplantando la voluntad popular. En ambos casos se produjo la cooptación de todos los poderes del Estado por parte de un centralismo avasallador y abusivo. Doce años que representan por igual la instauración de dos dictaduras civiles de muy parecidos contornos y cuya perduración en el tiempo obedeció al ritual fraudulento de elecciones amañadas. Pero quizá lo que más las asemeja es la conducción personalista confiada a caudillos de idéntico perfil mesiánico.
Evo Morales y Víctor Paz fueron los depositarios de una corriente de fanática adhesión de sus partidarios así como de una autosuficiencia en la conducción política que los llevó al falso convencimiento de su carácter insustituible y por consiguiente del destino perpetuo de su mandato. El régimen movimientista usó y abusó de la fuerza y el terror para perpetuarse persiguiendo, apresando y asesinando a sus opositores, mientras que el MAS instrumentalizó la justicia envileciendo su naturaleza para yugular a la oposición, todo ello a través de una fingida democracia encubridora de administraciones corruptas que en uno y otro caso practicaron una política gansteril con la expoliación de los bienes y recursos del Estado.
Las semejanzas no terminan allí pues la insaciable angurria de poder llevó a sus dos líderes - Paz Estenssoro y Morales- a valerse de medios ilícitos para prorrogarse en sus mandatos. El primero de ellos logró que un Parlamento adocenado por una mayoría incondicional y usurpadora del voto popular, aprobara una enmienda a la prohibición constitucional que prohibía la reelección continuada, habilitando así su pretensión prorroguista, en tanto que el segundo obtiene mediante parecidos artilugios la habilitación de su postulación pese al impedimento constitucional y al veto del referendum convocado por él mismo.
El paralelismo entre ambos podría tener un idéntico final, que como es bien sabido se produjo con la caída de la dictadura pazestenssorista mediante una insurrección popular que movilizó a la población boliviana sin distingos de ninguna clase para obtener su liberación, apenas a tres meses de instalado el ilegal período.
Este antecedente histórico debería aleccionar a quienes en la actualidad están ciegamente aferrados al poder en la insensata creencia que nuestro pueblo se va ha someter a sus delirantes designios. El precio podría ser muy alto si no se impone la sensatez antes que la ambición. Si persiste la obsesiva idea continuista la responsabilidad caerá Íntegramente sobre quienes la impulsan contrariando la voluntad nacional y quebrantando la ley. Ojalá que la historia no se repita.
El autor es abogado.