Provocar miedo rinde frutos
Al parecer, Donald Trump está convencido de que provocar miedos en la población o en algunos sectores de la misma, es una eficaz estrategia para ganar votos. A principios de octubre, cuando la campaña para las elecciones de “medio término” - en las que se renovará toda la Cámara de Representantes y 35 escaños del Senado - se iniciaba, anunció un “caos” en caso de que los demócratas recuperen el control del Congreso. “Una toma demócrata del Congreso - dijo - sumirá a nuestro país en el estancamiento y el caos y se llevará toda la riqueza que ustedes han logrado en los últimos 20 meses”. Como bien señaló Ashley Parker de The Washington Post, el presidente, en lugar de referirse a los logros de su gobierno, prefirió ofrecer una “visión apocalíptica” del país.
La “caravana” de ciudadanos centroamericanos que caminan desde Honduras en dirección a los Estados Unidos, en busca de asilo o de un estatuto de inmigrante, ha servido de pretexto para la campaña republicana basada en el miedo. Muy suelto de cuerpo y con su reconocida imprudencia, Donald Trump dijo que la caravana era un intento de “invasión” del territorio de los Estados Unidos y, por consiguiente, una amenaza a la seguridad del país. Por su parte, el Vicepresidente Mike Pence sostuvo que fue organizada por grupos “radicales” y financiada por el gobierno de Nicolás Maduro.
Está claro que la explotación del “miedo” se basa, sobre todo, en la cuestión de la inmigración, en sus diferentes aspectos. De este modo cobra sentido el último anuncio del líder republicano de terminar con la práctica - amparada en una norma constitucional - de reconocimiento de la “ciudadanía” - o “nacionalidad - a los nacidos en el territorio de los Estados Unidos. Lindsey Graham, senador republicano, ha calificado de “absurda” a esta política.
Con lo dicho sobre la “caravana” de pretendidos inmigrantes y sobre la “ciudadanía por nacimiento”, los republicanos pretenden significar que solo ellos son capaces de defender a los estadounidenses de todo lo malo que tienen las leyes migratorias. Así como del riesgo de caer, nuevamente, en posibles malas políticas impulsadas por los demócratas.
Que el miedo tiene efectos en el comportamiento electoral es por demás evidente, como ha quedado demostrado en el Brasil. La elección de un extremista de derecha como Jair Bolsonaro se explica por el miedo de muchos brasileños a la delincuencia en las calles y a la corrupción en la gestión pública y en la actividad política. Pasado el próximo 6 de noviembre se sabrá si los miedos provocados por Donald Trump y los republicanos sirvieron o no para que estos mantengan el control del Congreso.
Ex Viceministro de Relaciones Exteriores
Columnas de ALBERTO ZELADA CASTEDO