La voz profética de los obispos
Doble moral, parcialización, oídos abiertos para unos, oídos cerrados para otros. Alabanzas, clara defensa y alusión para declaraciones que favorecen al Gobierno. Juicios de valor y adjetivos calificativos para quienes piensan diferente del proceso de cambio. Malestar y predisposición para atacar y menospreciar, al contrario, –enemigo, opositor, plataforma ciudadana, Iglesia Católica– como se la quiera llamar desde la perspectiva gubernamental.
Ocurrió con las declaraciones del comandante de la Policía Boliviana, Faustino Mendoza, que le dijo al Presidente que dispone de 37 mil efectivos policiales dispuestos a apoyar el proceso de cambio. Surgieron voces de protesta de sus camaradas que pidieron incluso un proceso interno o su destitución del cargo, por transgredir el artículo 251 de la Carta Magna que señala que “la institución, no delibera ni participa en acción política partidaria” y el comandante asumió posición en nombre de la institución cuya misión específica es la defensa de la sociedad.
Frente a las críticas de la oposición, el presidente Morales salió en defensa del comandante Mendoza cuando se lamentó: “Que pena que la derecha cuestione al comandante de la Policía cuando expresa su apoyo al proceso de cambio, una institución que está al servicio de su pueblo”. Asimismo, Carlos Romero, ministro de Gobierno aseguró que “el comandante ha expresado esa sensación de reconocimiento con los logros del proceso de cambio para su institución, eso no significa que está haciendo política”.
Cuando monseñor Jesús Juárez, arzobispo de Chuquisaca exigió del Gobierno respeto por la Constitución Política del Estado y del voto del soberano, inmediatamente surgieron voces de protesta del Gobierno señalando que la iglesia Católica es de la derecha, del imperio, le recomiendan al prelado que no haga política, que se dedique a la fe y la religión, restando valor a su declaración.
Lo mismo ocurrió ante la posición de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), reunida en Cochabamba, cuando alertan sobre una temprana época electoral y en la que se recurre a noticias falsas y calumnias para manipular e influenciar en la opinión pública para alcanzar objetivos encubiertos y cuando hacen un llamado a reivindicar la libertad de pensamiento y expresión e instan a deponer actitudes que puedan coartar las libertades inalienables de las personas.
El Gobierno reaccionó inmediatamente en los medios para expresar su incomodidad y descontento por estas voces disidentes que solo buscan respeto a la democracia, a la Constitución Política del Estado y al voto ciudadano que se expresó por el No en el referéndum de 2016, que, ahora, el Gobierno quiere desconocer a título de aplicar la sentencia del Tribunal Supremo Constitucional que habilita a Morales y García Linera, en un franco desafío a la CPE y el voto del soberano.
Incluso Leonardo Loza, dirigente cocalero, se atreve a plantear “una renovación total de los profesionales del campo católico”, porque el pueblo no necesita de este tipo de sacerdotes, dice que requieren representantes dignos que trabajen en la evangelización, como si fuera un sindicato, donde se renueva la dirigencia sindical. La iglesia Católica se rige por sus propias normas establecidas en el Vaticano al mando del Papa Francisco.
La iglesia Católica boliviana asumió un rol importante en la recuperación de la democracia en la dictadura militar, cuántas veces fueron mediadores de conflictos, incluso cuando Evo Morales, en su condición de dirigente, tocaba las puertas de la iglesia en busca de ayuda. No está nada mal, que ahora que, se busca vulnerar la CPE y desconocer el voto del soberano, los obispos den a conocer su voz profética en defensa de la democracia.
El autor es periodista y docente universitario
Columnas de CONSTANTINO ROJAS BURGOS