Listos para huir en caso de aluvión
El jueves pasado, algunos –no todos– los habitantes de las zonas vecinas al río Taquiña, en Tiquipaya, reaccionaron a una alerta para la que fueron capacitados en previsión del riesgo de un aluvión. Advertidos por las explosiones de petardos en las alturas, los encargados pusieron a sonar las sirenas de alarma, se activaron equipos de salvataje de auxilio médico y de logística, los padres fueron a buscar a sus hijos a sus unidades educativas y se dispusieron a evacuar el lugar para refugiarse en sitios seguros donde el desastre no los alcance.
Hace casi 10 meses, el 6 de febrero de este año, un aluvión de agua, piedras y lodo bajó por el cauce del río Taquiña mató a cinco personas, devastó totalmente 40 viviendas, afectó otras 200, destruyó un puente y una pasarela para peatones y dejó un volumen incalculable de material –incluido los restos del puente– que hasta ahora no fue removido totalmente.
Los habitantes del lugar que no perdieron completamente sus casas, a pesar del trauma que vivieron esa noche y cuyo recuerdo los intranquilizó durante meses, volvieron a instalarse en sus maltratadas viviendas, pues el concejo municipal de Tiquipaya fue incapaz de impedirlo o de ofrecerles una alternativa razonable.
Hasta hace tres meses, los trabajos para retirar el material dejado por el aluvión eran incipientes. Luego, las empresas de maquinaria pesada y volquetas que realizaron esas labores tuvieron que protestar públicamente para conseguir un compromiso de pago por sus servicios, de parte de la alcaldía de Tiquipaya. ¿Y la Gobernación en todo esto? Actualmente, sus funcionarios realizan pruebas para comprobar la eficacia del sistema de alerta temprana que instalaron y cuyo componente principal parece ser la evacuación del sitio en caso de aluvión inminente.
En la parte alta del río Taquiña se construyeron unos disipadores que impidieron que la crecida del jueves pasado provoque un desastre, pero solo estamos al principio de una época de lluvias que comenzó antes de lo habitual y que se anuncia tormentosa. Y lo único que más o menos funciona es una alerta para que los pobladores del lugar escapen antes de que el siniestro los alcance.
Eso es lo que consiguió realizar la administración pública municipal y departamental para evitar la muy probable repetición de un desastre similar al ocurrido el 6 de febrero pasado. Terrible perspectiva.